
Compararse continuamente no suele ser una buena
fórmula para aumentar la autoestima, sino todo lo contrario. Las
personas perfeccionistas tienden a compararse todo el tiempo con otras
personas y a sentirse en posición de inferioridad. La comparación
excesiva nunca es buena para nadie. Cuando la comparación viene del
exterior, es decir, de otras personas, tal vez es más fácil hacerle
frente, pedir que se dejen las comparaciones de lado o hacer caso omiso.
Sin embargo, cuando las comparaciones vienen de uno mismo suele ser
mucho más difícil hacerles frente, sobretodo porque en la mayoría de los
casos las comparaciones suelen hacerse con respecto a personas con una
gran cantidad de logros, virtudes y atributos positivos, por lo que es
habitual minusvalorarse al hacer tales comparaciones. En otros casos, el
perfeccionismo y la
baja autoestima
pueden llevarnos a tener incluso a una percepción deformada de uno
mismo. Dicho de otra forma, existe un complejo proceso psicológico que
puede llegar a hacernos sentir inferiores a raíz de una comparación con
otra persona, aun cuando en tal comparación la diferencia que vemos no
exista. Esto es muy común por ejemplo entre aquellas personas que sufren
de anorexia, que tienen una imagen distorsionada de sí mismas que hace
que al compararse con otras personas o con modelos y artistas, se vean
como más gordas cuando en realidad no lo son.
Por este motivo, es importante tener en cuenta que las comparaciones
no suelen llevar a buen fin. De la misma forma por la que no es bueno
estar constantemente comparando a los demás con otras personas, tampoco
es bueno que nosotros nos comparemos con otras personas si esto nos
lleva siempre a sentirnos defraudados de nosotros mismos.
Lo más importante para lograr aumentar la autoestima es saber
comprender que todas las personas son diferentes y también lo es la vida
y las circunstancias de cada uno. Mortificarse porque alguien ha
obtenido un logro más, una mejor nota, un mejor puesto de trabajo o
porque tiene ciertas comodidades en la vida, nunca es bueno. Uno debe
aprender a mantener su propia vida y establecer sus propios parámetros,
metas y objetivos, basados en lo que uno quiere y no en lo que los demás
han podido lograr.
Las comparaciones pueden llegar a tener un lado positivo cuando no
son excesivas y no se toman como algo malo, sino que simplemente se toma
como una herramienta motivadora para mejorar y alcanzar ciertos logros.
Sin embargo, hay que tener cuidado porque la línea que divide cuando la
comparación es buena y cuando no lo es, es muy fina y entrar en una
dinámica de comparaciones puede llevarnos a un perfeccionismo extremo
que no aumentará nuestra autoestima, ni nos harán sentirnos bien.
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