viernes, 24 de agosto de 2012

Sarcasmo, el insulto sutil que destruye más que el divorcio

El sarcasmo, que en general toma la forma de chiste o comentarios mordaces dichos como broma, suele ser una forma de violencia no considerada como tal. 
 
El sarcasmo es ingenio que hace reír, pero que necesariamente hiere. En muchos sentidos, es burla malintencionada que se disfraza mediante la ironía. Sin embargo maltrata. Es una forma de crítica, creativa, pero no menos dañina que la ofensa o el insulto directo.

La palabra proviene de la expresión griega compuesta por "sark-asmo", cuya traducción más o menos literal sería "morder carne". Una forma sutil de decir que está pensando para herir.

El Diccionario de la Real Academia Española lo define como: "Burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo". El Diccionario Manual de la Lengua lo define como: "Dicho irónico y cruel con que indirectamente se molesta o insulta a una persona". Por lo tanto, el elemento básico del comentario sarcástico es la mordacidad, la crueldad, la ofensa y el maltrato. En ese sentido, es premeditado.

Sarcasmo e inteligencia

La burla sarcástica sólo se dirige a personas inteligentes que pueden captar la ironía de lo que se dice y de esa forma acusar el golpe. Quien se mofa de un animal o de un objeto raya en la locura, para que la burla surta su efecto se necesita inteligencia.

Renato Descartes (1596-1650), el filósofo de la razón, definía la burla como una "especie de alegría mezclada con odio que nace cuando descubrimos algún pequeño mal en una persona a la que consideramos merecedora de él. Se siente odio por ese mal y alegría de verlo en quien es digno de él".

Es la gran paradoja del sarcasmo, que nace precisamente en la capacidad de observación y en el análisis.

En la misma línea de pensamiento Alfonso Fernández señala que la burla está relacionada con el desprecio que es una acción que "conlleva, inexorablemente, alguna acción (como la propia burla) mediante la cual se busca el desprestigio y, si fuese posible, hasta la destrucción de la fama o el buen nombre de aquél a quien se desprecia". Por lo tanto, existe premeditación y alevosía en su uso malintencionado.

Emmanuel Kant (1724-1804), con la lucidez que lo caracteriza, señala que "a través de la burla se degrada más al hombre que con la maledicencia, ya que se le convierte en un objeto de hilaridad ante los demás, haciéndole perder todo tipo de valor y dejándole a merced del menosprecio". En otras palabras, se utiliza la burla porque se pretende negar el valor de alguien y lograr que del desprecio se pase al menosprecio, que es finalmente un acto de indiferencia, el máximo desprecio.

Tomar en serio la burla

Fernández acota un elemento que a menudo se pasa por alto, y es que "las burlas suelen ser muy serias; y esto es válido aún para aquéllas que buscan la diversión a costa de los defectos del prójimo, ya que o bien son castigo apropiado del que éste es merecedor, o bien ponen de relieve la pura maldad y crueldad del burlador".

El burlador suele tener el poder, aunque sea momentáneo, para hacer la chanza que realiza, puesto que sabe que con aquella forma de expresión logrará su cometido de daño, desprestigio, sufrimiento o desprecio.

No es cosa de poca monta señalar que si una persona es objeto de constantes burlas y sarcasmos, puede caer en situaciones de estrés emocional, conflictos de personalidad, dolor emocional y llegar a ser destruido, tal como se observa en los estudios de Bullying y Mobbing.

La pareja y el sarcasmo

En la relación de pareja, el sarcasmo adquiere un valor especial, puesto que dos personas que viven juntas, que comparten toda su vida, incluyendo experiencias sexuales, llegan a tal grado de intimidad y conocimiento mutuo, que dicha información se convierte precisamente en el elemento más complejo de su relación, puesto que puede ser utilizada como arma de maltrato o agresión.

La burla de un extraño no tiene el mismo efecto que cuando el que emite el sarcasmo es alguien que ha prometido amarnos y respetarnos.

El sarcasmo, en las parejas, es evidencia de un deterioro notable en su relación, al grado que se comienza a utilizar esta forma de comunicación que finalmente provoca el mismo efecto que la violencia física o el insulto abierto.

La ironía sarcástica provoca más daño que la burla abierta puesto que revela intencionalidad maliciosa, lo que deja en evidencia la mala actitud que la persona que profiere la ironía tiene contra su pareja.

Violencia doméstica y sarcasmo

La violencia, en cualquiera de sus formas: física, psicológica, sexual, económica, etc., es siempre evidencia de estar ante la presencia de una persona que bajo el manto de la violencia esconde una mala imagen de sí misma, baja autoestima e incluso abierto rechazo hacia sí mismo.

Por eso que en las parejas, el que usa el sarcasmo como medio de agresión, actúa constantemente a la defensiva, puesto que de alguna manera no desea el mismo trato. Como dijera el escritor, aristócrata y militar francés Francisco VI, duque de La Rochefoucauld (1613–1680): "Sólo las personas despreciables temen ser despreciadas".

En la violencia doméstica siempre se da un juego perverso de poder y dominación, en el que el que puede lograr que el otro se doblegue mediante la agresión directa o sutil, alcanza su objetivo y compensa de esa forma sus propias deficiencias. Por esa razón, el sarcasmo se convierte a la postre en una herramienta útil al servicio de la violencia cuyos efectos son siempre dañinos y devastadores para el equilibrio emocional y físico de las personas objeto de la burla maliciosa. Como diría Aristóteles (384-322 a.C.): "Lo que causa placer a quienes cometen ultrajes es que piensan que el portarse mal les hace superiores".



jueves, 23 de agosto de 2012

Hombre Moderno

¿El hombre moderno quién es? Es un adolescente eterno que no se anima a crecer.


La decadencia de occidente se manifiesta en el comportamiento del hombre moderno.

Vive el presente, soluciona coyunturas, no proyecta a largo plazo, se endeuda para ir a esquiar, posterga indefinidamente una familia propia, está atento al cuerpo, disimula las canas, las arrugas, la panza; pero sabe cocinar, porque si, porque queda bien, pero no para él que compra comida hecha, sino para los amigos.

Vive en un PH o en un departamento con pileta y sum. Decora su casa con estilo minimalista pero no le falta nada; y los domingos de diez a doce toma sol en el dek y se tapa la cara con el gorrito para no saludar a los vecinos.

No tiene un amigo sino muchos, sin compromiso, porque él tiene que hacer y son obstáculos para sus rituales hedonistas; y además porque le gusta estar solo.

Tiene título universitario pero es muy teórico, apenas le sirve para colgarlo en la pared y además para qué si en la oficina trabaja de nueve a cinco llenando formularios.

En su tiempo libre se distrae superficialmente, haciendo zapping, porque tampoco se quiere comprometer eligiendo programa.

Está convencido que el futuro es incierto por eso todo tiene que ser hoy, y de su pasado no queda nada porque a los padres los visita sólo para Navidad y a los hermanos no los soporta, es que no quiere ataduras ni vínculos, quiere ser libre, para él.

Le gusta estar informado para tener un fundamento para quejarse y no cree en nada, sólo en el cuerpo y sus sensaciones.

Puede haber tenido rupturas conyugales que le sirvieron para ser pesimista y justificar su manera de pensar.
La indiferencia le ayuda a no tener convicciones firmes sino circunstanciales porque todo es relativo y nada vale la pena.

Sin embargo puede tener proyectos a corto plazo, como por ejemplo superar a otro como él que tiene el auto más grande, y el sueldo más alto.

En un mundo donde todo está permitido el hombre moderno puede patear el tablero y caminar sin objetivos ni luchar por ningún ideal.

Su vida edulcorada, vacía, sin rumbo ni metas dignas para alcanzar, mirando siempre su propio ombligo, sin creer en nada, lo lleva a la depresión y a visitar a un psiquiatra para que le recete algo que lo ayude a salir de los ataques de pánico que sufre cada vez más seguido; porque lo que no se puede permitir es perder el control.

Entonces es cuando piensa que se siente así porque ya hace quince días que no tiene sexo y entonces llama a fulanita o menganita para descargar las baterías, para después darse cuenta que curiosamente no funciona.
Por eso tiene que ver una película porno y ensayar posiciones exóticas para sentir algo, porque está siempre anestesiado.

Le gusta divertirse, matar el tiempo, entretenerse, nada de hacerse problemas con películas dramáticas o de protesta, para ver cómo sufren los demás, porque a él sólo le interesa él mismo.
Se divierte pero no disfruta, se evade, huye de si mismo angustiado porque sabe que todo en algún momento termina y surgirá la temible pregunta: y después que?

Después toma la pastilla y se sienta a ver su televisor plasma, de grandes proporciones, ese que todos le envidian.

La televisión lo mantiene informado siempre superficialmente, cosas sueltas que no puede relacionar porque hace zapping porque se cansa, se pone nervioso, le da jaqueca.

Entonces se aburre, se angustia y busca desesperadamente el último best seller que compró hoy, aunque es inútil porque no logra concentrarse.

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miércoles, 22 de agosto de 2012

Mujer Moderna

La mujer actual quiere ser un hombre pero también pretende ser una mujer; y esa dualidad es el mayor problema que agrava aún más la confusión de roles.

En estos momentos las mujeres no se conforman con aceptar lo que les corresponde, o sea los mismos derechos del hombre, después de siglos de sometimiento lo quieren todo.

En la post modernidad el rol de la mujer maravilla, madre, esposa, profesional, miembro del consejo de administración del consorcio, maestra particular de los hijos, administradora, ama de llaves y cocinera, se ha desdibujado gracias al desgaste sufrido durante muchos años de ejercicio, sin ningún reconocimiento ni retribución.

Las mujeres de hoy no quieren ser como sus madres, que hacían del hogar un apostolado permitiendo que sus maridos creyeran que eran ellos los que tomaban las decisiones y aceptando un papel secundario postergando indefinidamente sus propias ambiciones.

Hoy en día, posponen el matrimonio para más adelante, hasta casi perder la posibilidad natural de ser madres y aunque tengan después que someterse a tratamientos difíciles para quedar embarazadas. Quieren hacer carreras en sus empleos a la par del hombre, disfrutan de libertad sexual, gracias a los métodos modernos de control de la natalidad; de independencia económica, poder de decisión, etc.; y cada día hay más mujeres que prefieren no casarse ni tener una familia, dedicándose enteramente a sus profesiones.

Las mujeres históricamente han sufrido muchos siglos de sometimiento, de abusos, de salir siempre perdiendo en el reparto, y la experiencia demuestra que cuando los hechos se revierten las consecuencias pueden ser extremas.

La mujer de hoy se comporta agresivamente y pretende tomar la iniciativa en lo que se refiere a una relación de pareja. Desarrolla sus bíceps, adquiere masa muscular y luego quiere seducir a un hombre; pero se da cuenta que ya no hay más hombres como los de antes, sino que ellos también han cambiado, aunque, si hubiera aún alguno, no serían precisamente esas mujeres sus ideales.

No es improbable que sea por eso que los hombres son ahora diferentes y en el momento de elegir pareja muchos prefieran a otro hombre. Se sienten más cómodos, no son demandantes, tienen mayor afinidad, comparten intereses comunes, les resulta más fácil el acercamiento y no quedan embarazados. Y si es que todavía queda alguno que le interese una mujer no está dispuesto a asumir compromisos.

Con todo, la modernidad no ha podido desplazar la añoranza de la mayoría de las mujeres de tener su propio hogar. En el inconsciente colectivo de cada mujer todavía existe esa aspiración que no concuerda con los comportamientos que demuestra ni con el estilo de vida que quiere mantener.

En el hogar no todas son rosas pero tampoco lo son en el loft de una solitaria mujer independiente que cree haber conseguido una mejor calidad de vida.

Debajo de esa fachada de autosuficiencia se oculta una persona temerosa, que quiere tener todo bajo control para sacar el mejor provecho de la vida, ser valorada, obtener reconocimiento, demostrar sus aptitudes, su inteligencia y su capacidad de perfección, pero que se equivoca al pensar que con eso ha conseguido todo.

Avanza por la vida orgullosa del éxito que ha ganado después de una difícil competencia y hasta de haber renunciado a su destino femenino, con la inconfesable e íntima satisfacción, de haber superado a un hombre.

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martes, 21 de agosto de 2012

Terapia del Perdón

Todos hemos sido agredidos alguna vez de alguna forma, a veces conscientemente y otras, las menos, inconscientemente.

Las primeras heridas del alma las recibimos desde nuestro nacimiento. Nacer requiere esfuerzos y sufrimiento; y el camino de la niñez está poblado de contrariedades y dolor, pero también, en la mayoría de los casos afortunadamente, de alegría y momentos felices.

Sin embargo, acostumbramos a guardar muy ocultos dentro de nosotros mismos, los agravios. Son las manchas del alma que también contaminan el cuerpo.

El odio es la emoción que más nos destruye por dentro y por fuera. El orgullo es un pariente cercano y la soberbia es el peor de los males.

Los soberbios son los que ocupan un lugar profundo del Infierno, como dice Dante en la Divina Comedia, porque fueron orgullosos y no perdonaron nunca a nadie.

Perdonar las afrentas que nos causaron, tiene gran poder curativo y perdonarse a uno mismo, que es mucho más difícil, permite liberarse del pasado y del temor a la muerte.

Es como una paradoja, porque si no perdonamos, aunque hayamos sido los supuestamente agredidos, también nos sentimos culpables.

La herida es infligida por nosotros mismo que somos los que evaluamos las circunstancias. El suceso en sí mismo objetivamente puede ser considerado insignificante pero la magnitud del daño lo agregamos cada uno de nosotros.

No es la experiencia sino la forma de vivir la experiencia la que nos ha ofendido.

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lunes, 20 de agosto de 2012

Mujeres Solas

En el mundo hay muchas mujeres que se quedan solas y que no viven la soledad como un castigo, porque en lugar de quejarse y mantenerse aferrada a lo conocido, sin abrirse a lo nuevo que aportan los cambios; han descubierto el lado positivo de su situación y han logrado una buena calidad de vida.

Solteras, separadas, divorciadas o viudas, la soledad puede ser una situación elegida y bienvenida o puede irrumpir de golpe después de una crisis de pareja, o de la ausencia de los hijos ya mayores, o debido al fallecimiento inesperado o no del cónyuge.

Es entonces cuando la soledad, que no se conocía, representa un gran cambio y se convierte en la oportunidad de un nuevo desafío.

Una mujer que tiene que por distintas circunstancias tiene que enfrentar sola la vida, se tiene a si misma y se puede convertir en su mejor amiga.

La situación de soledad provoca la pérdida del status social de mujer acompañada. Si estuvo en pareja, es probable que pierda las amistades que tenían en común, tal vez antiguas relaciones de a dos que se complementaban adecuadamente y con los que compartían salidas o momentos juntos.

Esa rutina de muchos años cuesta abandonarla por algo nuevo cuando se pierden también las ganas de empender la tarea de ser aceptada en otros grupos.

Hay que empezar de cero a organizar la vida de otra forma distinta, abrirse a nuevas experiencias y conocer otra gente, más compatible, porque cuantas más personas se conozcan más oportunidades habrá de formar un nuevo círculo.

Después de un divorcio o de una pérdida irreparable, no es recomendable iniciar una nueva relación de pareja enseguida para huir de la soledad como hace la mayoría, porque es indispensable antes elaborar el duelo, tanto por el que se ha ido porque la abandonó como por el que ha fallecido.

Un duelo puede requerir un año para integrarlo a la identidad y aceptarlo y hasta dos años en algunos casos.
A veces pasan más años antes de poder pensar en tener otra pareja, pero finalmente toda persona normal lo puede lograr si lo desea.

La soledad es a menudo buena compañía, porque impulsa a la gente a crecer y desarrollarse, sin las trabas y obligaciones que hayan obligado a postergarlo.

No importa la edad que se tenga, todos tienen proyectos que alguna vez, por circunstancias que también fueron importantes, no cumplieron. Este es el momento de realizarlos, porque las ganas de vivir vuelven cuando hay un para qué hacerlo.

Se puede empezar con proyectos pequeños, porque su cumplimiento motivará a la persona a atreverse a soñar con otros que le exijan un mayor compromiso y que le harán perder la noción del tiempo.
Esos proyectos deben tener un significado que satisfaga sus propias necesidades personales contenidas a veces durante mucho tiempo.

La soledad es la oportunidad que todos pueden tener, de concentrarse en sus auténticos intereses, porque siempre se está a tiempo y nunca es tarde y además jamás hay que decirse a uno mismo, no puedo.
Las mujeres solas forman un ejército disciplinado que siempre está dispuesto a emprender alguna aventura, empezar cosas y hacer algo nuevo.

Son las que en mayor proporción mueven el mercado de viajes, las que se reúnen a cenar afuera o a jugar a las cartas, las que van al cine o al teatro y las que asisten a los museos y a las conferencias; y que son capaces de aprender a bailar, ir al gimnasio, hacer yoga y pilates, aunque ya se hayan jubilado hace rato.

Generan recursos aunque ya hayan cumplido los ochenta, porque son inquietas y quieren participar en cualquier iniciativa que las mantenga activas y que a la vez les permita conocer gente nueva.

Están actualizadas, atienden su casa, cuidan su silueta y se dan tiempo también para sus nietos.

Y si una mujer sola forma pareja, cosa que es altamente probable, suele preferir en ese sentido otra experiencia que no haya vivido, es decir, que no le exija las mismas condiciones y el mismo compromiso que ha conocido.

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viernes, 17 de agosto de 2012

El Amor Verdadero

Qué difícil parece ser hoy en día mantener una pareja. ¿Será porque pretendemos exigir a los demás ser como queremos y no somos capaces de aceptar a los otros como son y pelear menos?

¿Por qué la gente se cansa de estar con alguien y cree que va a ser diferente con otra persona? Esto demuestra un exceso de optimismo.

El problema nunca es la persona con la que nos relacionamos sino el modo que tenemos de relacionarnos.

El amor no es un flechazo accidental que nos atraviesa el corazón de lado a lado, sino que es algo que se puede aprender. No se trata de encontrar a la persona ideal sino de una habilidad que hay que adquirir.

Los jóvenes inmaduros experimentan el amor mientras que las personas maduras aprenden a amar, porque la madurez afectiva se caracteriza por la estabilidad emocional.

El amor no es un sentimiento fácil porque requiere previamente un desarrollo personal que permita una disposición desinteresada hacia los demás solamente por amor, con una actitud de humildad, confianza y férrea voluntad.

Dicen que quien es capaz de comprender a otro también lo ama y comprender significa conocer.
Erich Fromm afirma que el amor es un arte que requiere conocimiento y esfuerzo.

La mayoría cree en el amor romántico y la preocupación se centra en la búsqueda de alguien que los ame en lugar de encontrar a alguien para amar, porque el que da amor verdadero, no posesivo, recibe también amor genuino.

Puede ocurrirle a cualquiera el milagro de enamorarse perdidamente, pero ese sentimiento de unidad y de intimidad único es por su misma naturaleza poco duradero, hasta que llegan a conocerse bien y se dan cuenta que no se toleran, se aburren, y se desilusionan.

Nadie puede creer que el amor verdadero sea un arte que haya que aprender, porque algunos se confunden y buscan una pareja como quien busca un departamento o un auto, es decir, que le produzca la sensación de haber hecho un buen negocio y la pareja resulta ser un bien más en un mercado donde todo se compra y se vende.

En tales casos es una empresa destinada al fracaso, más rotundo que en cualquier otra actividad y más difícil de evaluar.

En la vida actual todos estudian y se esfuerzan para conseguir un título o un ascenso en el trabajo pero nadie está dispuesto a aprender a amar. En esta área la mayoría toca de oído.

“No es bueno que el hombre esté solo” dice la Biblia, escrita por sabios de la antigüedad inspirados por revelación divina. Sin embargo hoy en día el hombre prefiere el aislamiento y el culto al cuerpo, renunciando a la posibilidad de compartir su vida con alguien significativo.

Muchos tratan de escapar de su sentimiento de soledad por medio de las drogas o el alcohol pero cuando los efectos desaparecen la sensación de vacío tiende a agudizarse.

El hombre se jacta de su individualismo pero en realidad ha perdido su individualidad y se ha convertido en un autómata.

Las mujeres, en su afán de ser iguales a los hombres han perdido su femineidad y de esta manera también la posibilidad del amor erótico con el sexo opuesto, porque ahora son idénticos.

El amor verdadero y maduro significa unión, pero conservando ambos la propia individualidad. El amor es posible sólo en libertad, la envidia, los celos, la ambición, son pasiones y el amor no es una pasión es una actitud, una capacidad humana, no compulsiva. No es un arrebato súbito sino una disposición permanente que consiste más en dar que en recibir.

Y dar no significa renunciar o privarse de algo, sacrificarse ni empobrecerse, sino que constituye la más una bella expresión de poder que produce felicidad y vitalidad.

Aunque no se trata de darse mutuamente cosas materiales solamente sino de darse también la propia vitalidad, lo que está vivo en cada uno, su alegría, su interés, su comprensión, su conocimiento, su humor, su tristeza y todas las expresiones propias de cada uno.

Algo se produce en el acto de dar amor y es más amor.

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miércoles, 15 de agosto de 2012

El Amor Maduro

¿Qué pasa con una relación amorosa de muchos años? Si no se ama con madurez, el amor romántico se termina en poco tiempo, se extingue en su propio ardor y se diluye como una pompa de jabón.
El amor maduro hace que una pareja perdure, se acompañe en el viaje de la vida sin infidelidades, rencores ni resentimientos, mirando siempre hacia adelante.

Algunos no maduran, son como algunos frutos que se caen de los árboles antes de tiempo, estando aún verdes, torciendo su destino y quedando agrios y secos.

Erich Fromm, psicólogo y filósofo humanista (1900-1980) en su libro “El arte de amar”, afirma que el amor maduro no es amar al otro porque lo necesito sino necesitarlo porque lo amo.

El amor puede trascender las barreras del tiempo. Incluso en la vejez, que no es una enfermedad ni el fin del amor, sino una etapa natural e inevitable que podría ser la mejor; el amor perdura; y como el vino, con la edad adquiere un carácter propio y se ennoblece.

Con los años, el amor madura, se vuelve más real y menos ilusorio, se ama a una persona única aceptándola tal cual es, abandonando la espera estéril e inútil de los ideales para que se ajuste a nuestras expectativas.
Llegar a conocer al otro es una tarea ardua que lleva tiempo y a veces no hay tiempo que alcance, porque toda persona es insondable.

El conocimiento del otro llega a través de experiencias compartidas, de proyectos realizados, del contacto cotidiano que hace que con una mirada se comuniquen y se entiendan.

El amor maduro se nutre de confianza y de sabiduría, necesita haber transitado a través de la vida siguiendo su curso natural sin necesidad de que ninguno de los dos hayan necesitado vivir aventuras pasajeras para sentirse vivos, como si se estuvieran perdiendo algo.

La felicidad que se siente al estar dispuesto a aceptar el desafío de un compromiso a largo plazo, hace que un proyecto de pareja estable que resista el paso de los años, valga la pena.

Porque los ideales inalcanzables no se concretan, son quimeras que dejan frustración y vacío interior, fantasmas que nos persiguen desde la sombra, que aún sobrevive, de nuestro narcisismo arcaico.

Una verdadera relación sólo se puede lograr cuando hay diferenciación entre el yo y el otro, es la aventura de mantener la llama encendida, la intimidad de dos almas que anhelan estar juntas aunque sean distintas y la oportunidad de aprender de las diferencias y poder sentirse completo.

Como Erich Fromm concibe, el amor no es sólo una forma personal de vincularse sino una actitud que tiene el carácter maduro para relacionarse.

Más grande que el miedo a no ser amado es el miedo inconsciente pero real, a amar, el que lleva a fracasar a las relaciones amorosas.

El amor, más que algo que tenemos que encontrar, es una facultad que hay que aprender a crear y desarrollar; para poder satisfacer la necesidad profunda que tiene todo ser humano de superar su estado de separación, trascender su individualidad y poder fusionarse con el otro.

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martes, 14 de agosto de 2012

Del Amor al Odio

La convivencia de una pareja es una dura prueba difícil de superar con éxito, más ahora que lo habitual es que dos personas se deciden a vivir juntos cuando ya han disfrutado de su experiencia solos.

Compartir la vida exige aceptar otra manera de vivir que puede ser eficaz, porque no necesariamente la forma de ser propia es la mejor.

La vida en común enriquece a la personalidad, que se puede nutrir de las características del otro, que no siempre es su alma gemela.

El peor error de los hombres es identificar a su mujer con su madre y tener las mismas expectativas; porque la casa es de los dos y la responsabilidad de su funcionamiento de ambos.

La convivencia revela el verdadero carácter de cada uno de los integrantes de una pareja, cómo son sus sentimientos, su capacidad de generosidad o egoísmo, su manera de convencer, su necesidad de dominio, su capacidad para enfrentar los problemas, su paciencia, su comprensión, su fortaleza, y si son independientes y maduros.

El amor distorsiona la percepción de tal manera, que muchos rasgos de carácter de la pareja son minimizados y hasta ignorados en un primer momento por el otro, para aparecer durante la convivencia, en las contingencias y divergencias de la vida diaria, que es cuando recien se puede ser capaz de darse cuenta de la verdadera naturaleza del otro.

Los hombres muy seductores y atractivos es probable que lo sigan siendo mientras vivan; representan un orgullo por haberlos conquistado, pero significan un calvario para la convivencia. Necesitan sentirse halagados y perseguidos por las mujeres, y seguramente no podrán evitar tener aventuras.

Con las mujeres muy atractivas y bellas ocurre lo mismo, suelen ser peligrosas, porque son habitualmente asediadas por muchos hombres. Su pareja se podrá sentir orgulloso de tenerla a su lado pero comenzará a sentirse celoso, inseguro e incómodo hasta de sus posibles pensamientos.

El problema más común es enamorarse de un ideal, no de una persona real, que seguramente tiene defectos, que comete errores y que no siempre tiene el comportamiento que se espera.

La gente no ve lo que no quiere ver, y está dispuesta a mantener la imagen idealizada de una pareja, construida desde la niñez en base a las figuras de los padres que tuvieron o que hubieran querido tener, que no tienen nada que ver con la realidad y que les servirán para elegir siempre el mismo tipo de pareja.

Pero el esfuerzo para hacer coincidir la persona real con el ideal, con el tiempo se diluye y es cuando se comienza a tomar conciencia de la persona real.

Es difícil admitir no haberse dado cuenta antes de quién es quién, de manera que se adjudica el fracaso de la pareja a la rutina de la convivencia y al desgaste, cuando en realidad fue que ambos no pudieron ver detrás del velo que los ocultaba antes, cuando estaban enceguecidos por el amor.

Sin embargo, no siempre, el hecho de haber idealizado a la pareja es una condición negativa, porque puede ocurrir en el mejor de los casos, que puedan superar sus expectativas si se comienzan a mirar desde una perspectiva más amplia, dejando de lado los condicionamientos de la niñez.

Las personas son insondables y complejas, y no se agotan en un solo rasgo de carácter. Son como los diamantes en bruto, hay que saber apreciarles su potencial porque muchas veces nos llegan a sorprender.
Pero de lo que si tenemos que estar seguros es que no podemos cambiar a nadie.

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lunes, 13 de agosto de 2012

Fracasar es aprender

La intención de ponerse en acción para hacer realidad los sueños es lo más valioso, porque el éxito de los emprendimientos sólo nos está indicando que estamos transitando por el camino correcto y que hay que seguir adelante intentando la realización de cosas nuevas.

Lo nuevo es lo que nos llena de energía y nos entusiasma, es la frescura de la vida, todo lo que aún tiene posibilidades de desarrollarse, crecer y madurar.

Las decisiones pueden ayudar a fracasar y es la forma de tomar decisiones la que conduce directamente hacia una cadena de fracasos.

Las decisiones provienen de las creencias, porque somos lo que creemos, de modo que si una persona está convencida de tener una auténtica vocación de fracaso, para revertir esa tendencia tiene que comenzar cambiando sus creencias.

El desarrollo de los negocios en una sociedad compleja y cambiante exige una estrategia de acción que hay que seguir que garantiza en gran medida buenos resultados.

Este modo de hacer las cosas se puede aprender, pero es necesario desprenderse de toda idea preconcebida y estar libre de prejuicios.

Los expertos en comercialización estudian la situación, las condiciones del entorno, las tendencias, hacia donde se dirige el mercado, estimulando la creación de un equipo de trabajo idóneo, incentivando la incorporación de socios familiarizados con la actividad que van a desarrollar y compartiendo y aceptando nuevas ideas, sin quedarse pegado a las propias.

Hoy en día se deben sacrificar los personalismos y emplear técnicas y estadísticas reales para poder trabajar sobre terreno seguro.

El fracaso no es sólo el resultado de una intención sino que es una forma de vida cuando se insiste en mantener el rumbo equivocado.

A los que se hunden en este remolino, esta situación les confirma que no vale la pena intentar nada, que tienen mala suerte y que para tener éxito hay que mentir, engañar o estafar.

Todo lo que pudo haber sido y no fue en la vida de una persona tal vez se haya debido a su creencia derrotista que dio por tierra con todas sus intenciones. Sin embargo siempre se está a tiempo para intentarlo porque la vida comienza hoy.

El fracaso ayuda a entender por qué nos equivocamos y nos da la posibilidad de corregirlos, porque no existen los proyectos perfectos.

Un trabajo mental puede ser entorpecido por las emociones, cuando el entusiasmo y las ilusiones hacen que corra por nuestras venas la adrenalina.

Es mejor permanecer frío y concentrado, porque la realidad tiene sus reglas que no hay que perder de vista y las emociones nos impiden ver con claridad.

El éxito de una persona, cualquiera que sea su actividad, es el resultado del esfuerzo de mucha gente que ha hecho su aporte silencioso para obtener el mismo objetivo.

El fracaso abre nuevos caminos, marca nuevas sendas, rompe viejas estructuras y se convierte en el paso obligado de todos los exitosos.

Recién cuando la persona se puede despegar emocionalmente de un proyecto comienzan a aparecer los resultados, que es cuando se entrega, deja de estar ansioso, expectante y se deja llevar sin oponer resistencia.

No es casual que casi todos tengan esta experiencia. Es como si sólo se pudieran lograr los objetivos cuando estos ya no importan, cuando han dejado de ser lo más importante en la vida de una persona.

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viernes, 10 de agosto de 2012

El Fracaso

La vida está hecha de éxitos y de fracasos y el fracaso, aunque nos produzca sufrimiento nos ayuda a templar el carácter.
 
Se aprende más con los fracasos que con los éxitos porque nos obliga a analizar desde otra perspectiva los hechos que no han dado los resultados esperados.

Los proyectos que llegan a buen término son los que han tenido en cuenta tanto la idea creativa como la realidad y a veces la creatividad se adelanta tanto que no puede germinar en un terreno que todavía no está preparado. Por esta razón el fracaso no significa siempre que nos hayamos equivocado.

Grandes genios de la humanidad fracasaron durante su vida sufriendo indiferencia y miseria; y recién después de muertos fueron reconocidos.

El fracaso disminuye la autoestima y provoca la aparición de desconfianza y duda sobre nuestros proyectos. Es como caer en el vacío porque nosotros éramos ese proyecto y nos quedamos sin saber qué hacer.

Los proyectos deben descansar sobre bases sólidas, realistas, coherentes y no deben abarcar demasiado; pero si nos sorprende el fracaso no hay que dejarse vencer por el desaliento. Asumir el fracaso y empezar de nuevo con tenacidad, fortalece.

Cuando estamos pendientes de los resultados, la esperanza le da sentido a la vida, sin darnos cuenta que el proceso creativo, que se desarrolla en el aquí y ahora, tiene valor en sí mismo independientemente del producto.

El descontento nace con la necesidad de reconocimiento. Necesitamos que los otros nos confirmen lo que nosotros dudamos, la verdad sobre nuestro propio valor, que no se puede medir por todo lo que hacemos porque somos mucho más que nuestras obras.

Lo mejor es ser honestos con nosotros mismos y actuar con honestidad dando lo mejor para el bien propio y de los demás, porque vale más la intención que el objeto.

Cada ser humano es único y la vida es una oportunidad para desarrollar el potencial con un estilo propio y una forma singular de expresarlo.

La mayoría de las personas fracasan en sus proyectos antes de tener éxito, pero lo valioso es el intento y seguir adelante, porque el fracaso no define nuestra personalidad que no debe sentirse subestimada por los obstáculos.

Conocer nuestras aptitudes y limitaciones es vislumbrar nuestro propósito y nuestras fronteras y el desconocimiento propio y la baja autoestima atentan contra nuestro desarrollo. Extraer de uno mismo lo mejor e intentar concretarlo, sin miedo al fracaso, es la mejor fórmula para vivir una vida plena.

martes, 7 de agosto de 2012

El Indeciso

Tomar decisiones es difícil, pero es necesario, porque la dualidad existe y la realidad le da libertad al hombre para hacer elecciones.

El indeciso cree que no elige pero también está eligiendo, elige no elegir.
Un conflicto es el resultado de una falta de decisión interna y se mantiene latente, a veces toda la vida, por no poder enfrentarlo y tomar una decisión.

La toma de decisión nos libera y nos permite seguir creciendo, porque el conflicto produce estancamiento.

La filosofía oriental cree en el destino y en que el estado más perfecto de ser es cuando la persona se entrega a lo que es y no toma más decisiones, dejándose llevar sin oponer ninguna resistencia, rindiéndonos frente a los hechos. Esta forma de pensar es una filosofía de la no acción.

Pero en Occidente es diferente, porque el hombre occidental cree en que el destino lo hace él mismo con sus decisiones y que está condenado a elegir.

Aunque parezca contradictorio estos dos modos de pensar no son tan distintos, sino que se complementan.
Si creemos que existe un destino que no podemos cambiar aunque lo intentemos y que se va a cumplir hagamos lo que hagamos, entonces es inútil hacer nada.

Pero si no creemos que exista el destino ni que la vida tenga ningún propósito tampoco tendremos la motivación para hacer nada.

La vida es una oportunidad independientemente de cualquier especulación filosófica, y si aprendemos a Ver, la realidad nos muestra que en todo hay un propósito, como desarrollarse y crecer; y que si eludimos ese propósito, la vida puede perder todo su significado.

Las experiencias dejan sus huellas que muchas veces se mantienen toda la vida condicionando todas nuestras decisiones posteriores.

Los sucesos pueden volver a repetirse porque tenemos la tendencia a hacer siempre lo mismo, no porque estemos destinados a sufrir o porque la gente sea mala o porque tenemos mala suerte.

Somos incapaces de hacernos responsables de nuestra conducta y como no podemos tolerar la culpa la expulsamos hacia afuera proyectando en los demás nuestras propias limitaciones.

Una experiencia de relación personal traumática, puede hacer que midamos a todos con la misma vara y la gente no es toda igual, son seres humanos con la posibilidad de tener los mismos defectos o virtudes pero en cada uno la ecuación personal siempre será diferente.

El temor a lo desconocido nos hace perder oportunidades reales de ser felices, porque cuando estamos centrados en ser nosotros mismos todo sale bien, no tenemos miedo, atraemos sólo lo bueno y se nos acercan las mejores personas. Porque quien es positivo atrae más de lo mismo.

La negatividad destruye porque representa la tendencia hacia el instinto de muerte, mientras que el amor construye porque es el instinto de vida.

Si elegimos ser positivos, creer, tener confianza, y crecer, la realidad hará el resto.
Como dice Deepak Chopra, el universo se ocupa de los detalles si tomamos como centro de referencia al Ser, y si nos guiamos por el ser, las elecciones, como dicen los orientales, ya no son necesarias, porque todo se ordena de una manera superior.

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jueves, 2 de agosto de 2012

Aprender a autovalorarse

Para llevar una vida sana y feliz, necesitamos en primer lugar querernos a nosotros mismos. Es imposible disfrutar de las cosas si no existe una autovaloración positiva. ¿Te apetece conocer pautas para aprender a quererte más?. A continuación te proponemos algunas formas.

Una visión realista del mundo

La primera propuesta consiste en desarrollar una visión realista del mundo y de tu lugar en él. Para tener un pensamiento realista positivo puedes apoyarte en:
- Darte cuenta de tu propio valor: Recuerda que eres único y especial. Nadie puede pensar y actuar como tú. Haz un recorrido de tu papel y desempeño en tu familia, trabajo, relación con amigos, en tu vivienda, lo que aportas a cada uno de estos factores. Recuerda que sin ti nada sería del mismo modo.
-Acepta que no eres responsable de las emociones de los demás: Las reacciones que los otros tienen hacia sí y su entorno es el resultado de sus creencias e interpretaciones. Tú sólo eres responsable de tus actos y sentimientos.
-Busca hechos más que opiniones: No importa quién tiene razón sino lo real. Intenta obtener suficiente información acerca de ti, de los problemas, de otras personas y de las situaciones que te rodean. Tómate tiempo para pensar en ello desde tu punto de vista. No aceptes sin más los pensamientos y creencias de los otros.
-Acepta tus debilidades y errores: Diferencia entre tu "yo" y "tus errores". Hay una diferencia entre tu comportamiento y tu persona. Aprende a reírte de tus errores y tonterias. El humor es una forma de naturalizar y desdramatizar la vida.

Aprender a no compararte con los demás

La segunda manera de autovalorarte es aprender a no compararte con los demás. A menudo nos sentimos desdichados y de segundo orden porque nos comparamos con otros. Solemos acrecentar las virtudes de las otras personas y por tanto, menospreciar las nuestras.
Una frase sana sería "no soy inferior, no soy superior, simplemente soy yo". Tu eres único, y debido a tu singularidad es imposible que hagas algo exactamente igual que otro, por tanto, no te tortures. Sólo puedes hacer las cosas en tu estilo propio y poniendo lo mejor de tu capacidad. No obstante, si otro no aprecia suficientemente tu valor, es su problema.

Procura pensar un mayor número de cosas positivas

La repetición continuada de una idea, tiende a formar parte de tu sistema de creencias. Ésta es la forma más común en que se adquieren las creencias negativas. Al pensar en alguna crítica que te hayan hecho, has podido llegar a exagerarla hasta proporciones exageradas, y repitiéndola una y otra vez, la has podido convertir en una parte de tu realidad. Esto acaba por disminuir tu autoestima y hace que termines perdiendo oportunidades valiosas de crecer y disfrutar.
Dos trucos son: recuerda tus puntos fuertes con regularidad, e intenta mirarte al espejo para decirte cosas positivas a menudo (puedes hacerlo mientras realizas alguna actividad cotidiana como maquillarte o peinarte).

Tratar muy bien a las personas que te rodean

Es la cuarta forma de autoestima. Para ello, puedes hacerles cumplidos. Regalar piropos a los demás, es otra forma de elevar tu autoestima, ¿cómo funciona?. Cuando les dices cosas positivas, los otros se sienten mejor consigo mismos y, por tanto, te tratarán agradablemente.
Tener buenas relaciones interpersonales te servirá para que te den apoyo incondicional y además te ahorrará problemas.

Limita el número de compromisos que contraes

Si eres de las personas que tienen una elevada necesidad de aprobación, probablemente digas sí a todas las peticiones que te hacen. Así, o bien no puedes cumplir todas, o bien sacrificas tus propias necesidades. Esto puede hacerte sentir incapaz y puede disminuir tu autovaloración. Si sueles comprometerte en exceso, limita el número de compromisos que asumes. Comprométete sólo si estás seguro/a de que: estás en condiciones de cumplir, estás dispuesto/a a hacer el esfuerzo para cumplir y si realmente quieres cumplir.

La última propuesta es usar tu imaginación de modo positivo

La repetición frecuente de experiencias positivas hará que te sientas de este modo. Está comprobado que una diferencia entre las personas con baja autoestima y las que la tienen alta, es el tipo de recuerdos que usan. Las de baja autoestima se detienen en experiencia negativa y fracasos, mientras que las de alta autoestima dedican tiempo a recordar y disfrutar de recuerdos positivos. Párate a pensar en todas aquellas situaciones vividas tan agradables.

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miércoles, 1 de agosto de 2012

Inestabilidad Emocional

¿Hoy detestas lo que ayer amabas?

Si pasas de la pasión a la indiferencia a la velocidad de la luz, empiezas actividades que luego te aburren y la palabra permanencia te da pavura, ¡alerta!. La inestabilidad emocional hace sufrir mucho al que la padece...y a los que se cruzan en su camino.

¿Qué es?

Es un rasgo de la personalidad que se caracteriza por una variación en los sentimientos y los estados emotivos, como por los altibajos del ánimo, sin motivo o por causas insignificantes.

Un problema pendiente a resolver

La persona inestable vive en una montaña rusa emocional, va dando tumbos en el terreno emocional, incapaz de conservar los afectos porque los cambia según cambia el viento. Y, aunque da la impresión de ser feliz, vive con la pesada carga de no poder consolidar algo permanente.
Sin saberlo, la persona emocionalmente inestable busca el cambio continuo para no enfrentarse a sí mismo.
En cierto modo, los síntomas se parecen a los del trastorno bipolar (neurosis maníaco-depresiva), pero en miniatura.

¿Cómo se manifiesta?

Períodos de tristeza y abatimiento, incapacidad para experimentar placer, desinterés por todo, tedio e irritabilidad.
Estados de euforia. Pasan por períodos de intenso optimismo: Se ilusionan y entablan relaciones fácilmente: ¡Cuidado!; esa gente es la que después lo cansará.
Inconstancia para perseverar en una tarea u objetivo marcado.
Baja tolerancia a las frustraciones.
Débil control emocional; es decir, tendencia a la labilidad.
Talante enamoradizo, derivado de una gran dependencia afectiva no reconocida.
Baja autoestima, lo que alimenta la desconfianza en los demás.

Incapacidad de separar

Las personas inestables afectivamente tienen una gran dificultad para separar los diferentes ámbitos de su vida; si tienen conflictos familiares, los trasladan a la pareja, el trabajo o los amigos. Suelen ser dependientes e inseguros: necesitan apoyarse en muchos pilares y en cuanto uno falla se ven asaltados por un sentimiento destructivo que irradia hacia otras situaciones de su vida. De ahí que rompan con lo que más necesitan antes de tener que enfrentarse a la posibilidad, aún remota, de que también falle.
Con un bajo umbral de tolerancia a las frustraciones y pocos recursos internos, es frecuente que constantemente pongan a prueba a los demás: necesitan asegurarse de que, si llega el caso, podrían contar con su ayuda.

¿Qué hacer?

Dado que éste es un proceso inconsciente, lo más aconsejable sería buscar ayuda psicoterapéutica, para superar inseguridades o, lo que es lo mismo, reforzar la autoestima.

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