martes, 31 de enero de 2012

Padre obeso, niño obeso

Está claro que la forma de comer de los padres influye decisivamente en los niños. No se trata sólo de intentar que ellos coman adecuadamente, también tenemos que hacerlo nosotros, ya que los niños siempre imitan y repiten el comportamiento de los adultos.

Un nuevo estudio demuestra la estrecha relación existente entre la obesidad de los hijos y la obesidad del progenitor del mismo sexo. Sin embargo, la razón que explica este comportamiento no sería genética, sino que estaría motivada por la “simpatía de comportamiento”, según esta investigación británica, llevada a cabo en Plymouth con 226 familias en los últimos tres años.

De esta forma, las madres obesas tienen 10 veces más posibilidades de tener hijas obesas que las mujeres con peso normal. Algo parecido ocurre, aunque en una proporción algo menor, en la rama varonil de la familia, ya que el padre con claro sobrepeso tiene seis veces más posibilidades de contar con un hijo también obeso. En cambio no existe ninguna relación entre sexos cruzados en el seno familiar en cuanto a la obesidad, según las conclusiones de este trabajo, publicado por el “International Journal of Obesity”.

La investigación refleja que el 41% de las niñas de ocho años hijas de madres obesas eran también obesas, en comparación con el 4% de niñas obesas de madres con peso normal. Por su parte, el 18% de chicos con obesidad tenían padres con el mismo problema, frente al 3% con padres sin especial sobrepeso. No se registró diferencia entre las niñas de padre obeso ni entre los niños de madre obesa. Ello llevó a los investigadores a estimar que es “altamente improbable” que la genética juegue un papel en esa relación. “Sería extraño que los padres tuvieran algún tipo de influencia en sus hijos en este terreno a través de la vía del género”, admitieron. En cambio sí guardarían vinculación con algún tipo de “simpatía de comportamiento” por el que las chicas copian el estilo de vida de sus madres, mientras que los chicos siguen más las pautas del padre, apuntaron.

Los científicos subrayaron que estas conclusiones deberían llevar a un cambio de estrategia de los gobiernos, que habitualmente centran en los niños y no en sus padres los programas para reducir la obesidad infantil. “Es lo contrario de lo que pensábamos y esto tiene implicaciones fundamentales en las políticas”, advirtió el profesor Terry Wilkin, director del estudio. Hasta ahora se pensaba que los niños obesos se convierten en adultos obesos, cuando la dirección es la contraria, es decir, que adultos con problemas de obesidad generan hijos con el mismo problema, explicó.

viernes, 27 de enero de 2012

Padres e hijos: La amistad es la mejor de las relaciones entre padres e hijos

Elegir el colegio para los hijos: criterios claves
La elección del colegio al cual asistirán los hijos, es una de las decisiones más importantes en el proceso educativo. Se trata nada más y nada menos que del centro educativo que complementará la formación que se da en casa. La idea entonces es orientar a los padres para que tengan presente algunos criterios y con base a ellos puedan tomar esta decisión.

Además del ser el lugar donde se adquieren los conocimientos académicos, el colegio es el segundo hogar de los hijos, pasan más tiempo allí que en su propia casa. Es en el colegio donde se aprenden habilidades y destrezas con la orientación de los maestros, donde se forman las relaciones de amistad que perduran por el resto de la vida, donde las únicas lecciones no son las de inglés, matemáticas, literatura, ciencias… también aquellas sobre virtudes y valores que marcan el carácter y moldean la personalidad de los seres humanos.

De modo que es una decisión que no se puede tomar a la ligera; se debe hacer un proceso de selección cuidadoso. Los sicólogos y orientadores coinciden en que lo primero que deben hacer los padres es darse unos minutos para pensar qué es lo que realmente buscan en la educación de sus hijos. Tener claridad sobre este punto específico, facilitará un poco las cosas.

Los expertos también explican que no todos los colegios son para todos los niños, se debe conocer muy bien el carácter y personalidad de los hijos para saber qué colegio les suplirá sus necesidades académicas y humanas. La visita a los colegios, participar en los procesos de selección, conocer los docentes, los estudiantes; son medidas que pueden ayudar a tomar la decisión.

Al momento de elegir el colegio para los hijos, las ofertas son múltiples, ¿qué factores se deben tener en cuenta?:
 
El presupuesto: tal vez sea el punto de partida de la decisión. Seguramente todos los padres quieren darle lo mejor a sus hijos y sobre todo cuando se trata de la educación académica, pero también hay que mirar las posibilidades económicas de la familia, teniendo en cuenta que cada año hay un incremento en el valor de la matrícula. Es necesario que los cónyuges revisen su presupuesto familiar y se planteen el valor que puedan pagar por el colegio de sus hijos.
 
La formación en valores humanos y religiosos: lo más recomendable es que se elija un colegio con los mismos valores humanos y formación religiosa que se imparte en casa. Escuela y familia son aliados, ambas partes deben coincidir frente a campos tan importantes como el humano y espiritual. Por lo tanto, los padres deben sentirse plenamente identificados con el colegio, ya que tienen un proyecto común de educación, el cual debe ser coherente y retributivo.
 
Las características de los hijos: en cuanto a sus talentos, personalidad, gustos. Aunque ahora los niños ingresan al campo escolar a tempranas edades, ya desde pequeños van mostrando unos rasgos y aficiones que los padres deben identificar. Por ejemplo hay niños que requieren de sistemas educativos estrictos y habrán otros que solicitan un trato personalizado como es el caso de los colegios con pocos estudiantes. Lo ideal es que se examinen las necesidades especiales de los hijos, para buscar así una institución que pueda suplir dichos requerimientos.
 
La calidad académica: es otro punto muy valorado por los padres. Hay formas de medir esa calidad como son las posibles certificaciones que haya logrado la institución, la participación de los estudiantes en ferias o publicaciones, los resultados de los exámenes nacionales, la reputación en el medio, la experiencia de los egresados, entre otros.
 
La educación bilingüe: sin lugar a dudas el aprendizaje de un segundo y hasta tercer idioma es una exigencia del mundo moderno. Y son las primeras edades donde más se interioriza la capacidad de aprender una lengua diferente a la natal.
 
La ubicación y las instalaciones: todos queremos ambientes agradables para nuestros hijos y para algunos padres este es un criterio que tiene su peso. Revisar las condiciones en que se encuentra la infraestructura del colegio, las zonas de estudio y de recreación, son algunas de las tareas que pueden ejecutarse.

¿Cómo ponerse de acuerdo?

Puede suceder que la madre quiera un colegio y el padre prefiera otro; surge entonces el tira y afloje que en ocasiones puede desatar discusiones en la pareja. Pero no se puede dejar de lado el propósito principal: el bienestar y futuro de los hijos.

Se debe poner en una balanza los aspectos que se consideran prioritarios en orden de importancia y analizarlos con cabeza fría, no sólo desde las perspectivas individuales sino desde el punto de vista como familia. Finalmente hay que buscar el consenso y evitar que esta decisión ocasione deterioros en la relación.

jueves, 26 de enero de 2012

Educación de los hijos: "Para formar jóvenes alegres y responsables"

Muchos niños y adolescentes están sufriendo una nueva forma de acoso que consiste en el temor a ser rechazados por el grupo porque no van a la última, porque no visten ciertas marcas o no tienen el iPhone de ultimísima generación. A ese miedo a sentirse excluido por no dar la talla en un ambiente hiperconsumista, los ingleses le llaman “brand bullying”.
 
El fenómeno ha sido revelado por un estudio llevado a cabo por Unicef sobre la vida familiar en Reino Unido. Allí, según el diario El País, se hace “una radiografía de unos padres que sucumben a las demandas de tecnología, ropa o zapatos deportivos de las marcas con más estatus, en un esfuerzo por proteger a sus retoños de un entorno hiperconsumista”.

En esta carrera por estar a la altura o por seguir el ritmo de consumo que exige la sociedad, muchos padres se dejan la piel y caen en la trampa consumista. De manera sagazmente planeada, la escotilla se convierte en un círculo vicioso, de manera que hay que trabajar más para poder consumir más y hay que consumir más porque el exceso de trabajo quita tiempo, y la falta de tiempo genera, como un efecto de compensación, el consumo. La necesidad de consumir se debe muchas veces a un déficit afectivo que tiene su causa en la necesidad de consumir. El círculo se mueve a una velocidad vertiginosa.

Es una realidad que la están viviendo muchos niños y adolescentes: necesitan tener para ser aceptados; para ellos, las marcas marcan, y carecer de lo que “todos” disponen les convierte en carne de bullying. Una vez inmersos en la rueda del frenesí consumista, les va a resultar muy difícil salir, porque les hemos dado gato por liebre: juguetes por tiempo y cosas por afecto. Hemos querido suplir con alta tecnología nuestra baja cuota de dedicación familiar.

También los padres

Pero los padres también somos víctimas del consumismo, también nos ha atrapado en sus redes, nos ha metido en su rueda. Ahora bien, los hijos sufren directamente las consecuencias, podríamos decir que ellos están en la calle y deben enfrentarse a un mundo en el que prima el principio del “vales lo que tienes”, la “regla del iceberg”: si no despuntas te quedas sumergido, es decir, que simplemente no puedes respirar. Una sociedad montada sobre el consumismo, que además está sufriendo una fuerte crisis económica, tiene que romper por alguna parte. La forma más violenta la vimos en el mismo Londres este verano: jóvenes y adolescentes asaltando tiendas.

Ernst Schumacher decía en los años 1970 que la virtud que más necesita nuestra sociedad es la sobriedad. 

En efecto, en un ambiente hiperconsumista como el que nos envuelve, mucho más extremo que hace cuarenta años, la sobriedad es la mejor vacuna. Quizá de lo que más necesidad tenemos hoy día es de carecer. Por eso, no estaría de más que diéramos menos a nuestros hijos, menos cosas materiales y más bienes intangibles, esos que no pesan pero que dan peso personal, como el tiempo, la dedicación, el afecto, la presencia, la educación, etc. El error de muchos padres es que atienden a los deseos y caprichos de sus hijos, cuando lo que deben hacer es atender a sus necesidades, materiales y afectivas. Si hacemos lo primero, estamos comprando boletos para que se conviertan en déspotas caprichosos; si lo segundo, invertimos en activos convertibles en oportunidades para crecer y madurar.

Para prevenir a nuestros hijos del nuevo bullying podemos comenzar predicando con el ejemplo. Si nosotros estamos atrapados en la rueda del consumismo, si la excursión familiar del fin de semana consiste en visitar unos grandes almacenes, si sólo hablamos de qué coche me gustaría tener, del próximo teléfono móvil o de “mira fulanito qué casa tiene”, estaremos metiendo a nuestros hijos en un remolino que los absorbe hacia un agujero sin fondo. Consumamos cariño, sentido del humor, ganas de hacer bien las cosas, exigencia, alegría… y evitaremos que ellos queden consumidos por el consumismo.

miércoles, 25 de enero de 2012

Sentirse eficiente en el trabajo, un antídoto contra el estrés laboral

La sensación de que en el trabajo el tiempo no alcanza para resolver todo, de que las responsabilidades asignadas superan ampliamente el sueldo a fin de mes, de que hay cada vez más tareas para repartir entre menos personas o de que los días de descanso son más cortos que el resto de la semana pueden deteriorar,  poco a poco, cómo percibimos nuestro rendimiento laboral y provocarnos un colapso.

Cuando contamos con un arsenal de defensa lo suficientemente resistente, por extraño que pueda parecer, esa misma percepción de que somos eficientes en el trabajo se transforma en un mecanismo natural de protección contra el síndrome de desgaste profesional o burnout. De lo contrario, el "estresazo" gana a expensas de nuestra salud mental, emocional y física.

"La percepción que las personas tienen de la autoeficacia o el rendimiento personal en sus actividades diarias, cualesquiera que sean, está asociada con un efecto amortiguador ante ciertas experiencias que activan el mecanismo del autocuidado. La autoeficacia es una de las variables que actúan como mediadoras de la sensación de malestar o de bienestar", explicó a LA NACION la psicóloga Edith Vega, coordinadora de actividades docentes de la Fundación Aiglé.

La clave está en lograr un adecuado "ajuste" entre la autopercepción del rendimiento laboral y qué perciben los demás. Para eso, comentó la especialista, se necesita lograr un equilibrio entre los recursos individuales para realizar una tarea y su nivel real de dificultad.

"Cuanto mayor sea el ajuste entre esas dos variables, más ajustado a la realidad estará la sensación de autoeficacia", dijo Vega, antes de su presentación en el VII Congreso Nacional de Mujeres Médicas, en la sede de la Asociación Médica Argentina.

Los principales estudios sobre el tema se realizaron en profesionales de la salud, en general, en grupos de enfermeras especializadas en neonatología. Una revisión de la literatura publicada en la revista Ciencia y Enfermería, asegura incluso que nuestra reacción ante el estrés estarían más determinada por el sentimiento de cuán eficientes somos para enfrentar los problemas que por las demandas y amenazas objetivas en el entorno.

"Un bajo nivel de eficacia percibida en el control de estresores psicológicos está acompañada por elevados niveles de estrés subjetivo -escribieron investigadoras de las universidades Católica del Maule y de La Serena, en Chile, coautoras de la revisión-. Se ha demostrado que las reacciones al estrés son bajas cuando la gente sabe manejar los estresores a través de un adecuado nivel de autoeficacia."

Factores negativos

Entre los factores que debilitan esa autopercepción está no recibir un salario considerado justo para las responsabilidades o la cantidad de horas dedicadas al trabajo, no tener suficiente libertad para decidir sobre el trabajo ni participar en la elaboración de proyectos dentro de un grupo, encontrar resistencia a las nuevas propuestas o no encontrarle sentido al trabajo, entre otras.

En esos casos, explicó la especialista, puede ocurrir que se subestimen las propias capacidades o que aparezca la sensación de que es imposible poner en práctica un proyecto personal o laboral por culpa del entorno.

"Lo primero es muy importante porque, si la subestimación se prolonga en el tiempo puede provocar sentimientos muy profundos de desvalorización, generar depresión, burnout o, incluso, inducir el suicidio", comentó Vega.

Para poder recuperar la adecuada percepción de autoeficacia existen programas de entrenamiento, como los que se ofrecen incluso de manera gratuita a personas de bajos recursos en la Fundación Aiglé (www.aigle.org.ar ).

"Esto permite devolverle a la persona el equilibrio entre qué es lo que puede hacer y en qué ámbito puede hacerlo -señaló la doctora Vega-. Es frecuente ver que una persona es muy hábil en un área de trabajo y entonces deciden en la empresa transferirla a otra posición en la que, quizá, carece de habilidades para llevarla adelante y entonces falla. De ahí la importancia de contar con una buena política de salud laboral."

Pero cuando el problema no es la subestimación o sobreestimación de las propias habilidades, sino la hostilidad del entorno de trabajo, Vega asegura que lo importante es "no pedirle peras al olmo". Los ambientes negativos, poco estimulantes o resistentes a los cambios aumentan el riesgo de la subestimación y la atribución de los conflictos a deficiencias personales.

"Si una persona logra identificar adecuadamente al entorno como la causa de la disminución de su rendimiento, podrá inmediatamente comenzar a identificar qué y qué no es posible hacer en un entorno con esas características -dijo Vega-. Encontrar la satisfacción laboral es fundamental para prevenir el burnout , que no sólo tiene que ver con la remuneración justa por el trabajo realizado, sino también con la posibilidad de que la persona le encuentre sentido a su trabajo."

Fuente

martes, 24 de enero de 2012

PAREJAS: Cuando la Comunicación se Centra en el Malentendido

Desde que  los aportes provenientes de la Teoría de la Comunicación y la Teoría de los Sistemas captaron el interés de la psicología y la psiquiatría por lo que ocurría en  los grupos de interacción de mayor significación para las personas psicológicamente afectadas, la psicoterapia familiar y la de parejas constituyen opciones psicoterapéuticas particularmente útiles al objetivo de ayudar a los consultantes a obtener para sí mismos y para quienes con ellos conviven una relación armónica, promotora de bienestar y crecimiento para todos y cada uno de ellos. 


Durante las últimas décadas esta capacidad para comprender e intervenir positivamente el funcionamiento de las familias y parejas se ha visto a su vez notablemente enriquecida por las contribuciones de la Psicología Cognitiva. Éstas han ofrecido abundante información, entre otras cosas, acerca de las diferentes maneras mediante las cuales el pensamiento de cada miembro de estos grupos interpreta, frecuentemente distorsionándolo a partir de creencias erróneas, el mensaje recibido del otro o los otros.


En el caso particular de las parejas que conviven, formalmente unidas por el matrimonio o no, este enfoque ha sido de suma utilidad para explicar el altísimo porcentaje de separaciones que se produce aun entre aquéllas en quienes no se detectan elementos importantes de incompatibilidad y que, como casi todas, han iniciado la relación a partir de la intensa atracción mutua que caracteriza a lo que llamamos “estar enamorados”.

En la consulta, frente a parejas que frecuentemente expresan altos montos de hostilidad entre sí, que se adjudican uno a otro el mayor peso de responsabilidad por los problemas que experimentan y evidencian escasa confianza en la posibilidad de resolución de los mismos, el terapeuta, al desentrañar la historia de la relación, muchas veces encuentra que ésta ha sido una larga cadena de malentendidos y decepciones mutuas producidas por la interpretación errónea de cada uno hacia el otro.

Obviamente la interpretación errónea puede aparecer en la interacción de cada miembro de la pareja con otras personas,  siempre que un mensaje toque puntos especialmente sensibles del sistema de creencias individuales y de los afectos que se asocian a ellas. Sin embargo, su presentación, tanto en cuanto a frecuencia como a la intensidad del componente emocional que la acompaña, crece en proporción geométrica cuando se trata de la comunicación con el compañero o la compañera.

Esto último en gran parte obedece a la idealización mutua que acompaña al enamoramiento. Durante la etapa idílica que inicia la relación cada uno de los enamorados tiende a adjudicar al otro características que lo aproximan a la perfección y ambos atribuyen a la relación amorosa en sí la capacidad de proporcionar la felicidad plena. Cuando con el correr del tiempo se hacen evidentes las limitaciones tanto personales como situacionales para el cumplimiento de tales expectativas de gratificación total, el sentimiento de ambos suele ser de desencanto y frustración y la interpretación recurre con frecuencia a la tergiversación de los mensajes del otro miembro en el sentido de confirmar hipótesis personales de desamor, egoísmo, indiferencia e inclusive intención de ataque por parte del cónyuge.

Estas dificultades, si son tempranamente detectadas pueden ser generalmente resueltas de manera relativamente fácil. Sin embargo, cuando se producen reiteradamente en el curso de un largo tiempo de vida en común, tienden a socavar el fundamento de una relación sana y feliz, constituido por elementos tales como el cariño, el deseo sexual y el interés por agradar y gratificar al otro.

No obstante, aun en este último caso vale la pena, siempre que no nos encontremos en presencia de una profunda incompatibilidad o un comportamiento netamente abusivo en una u otra dirección, evaluar los recursos personales e interactivos de la pareja en función de un pronóstico de recuperación. El trabajo psicoterapéutico debe recurrir centralmente a una reestructuración cognitiva que, a partir de la sustitución de las creencias erróneas, oriente al establecimiento de una relación  basada en la certeza de que la comunicación clara, la solidaridad y el apoyo mutuos en la búsqueda de objetivos comunes  constituyen garantes mucho más confiables de una convivencia feliz que el embeleso y la dependencia afectiva de la primera etapa.


Fuente



 






   

lunes, 23 de enero de 2012

Aprender a amar

En una reciente entrevista, la psicologa Maria Mercè Conangle expresaba en pocas líneas la base para “aprender a amar”:

“…El primer paso para aprender a amar es revisar algunas de las creencias que tenemos sobre el amor y las relaciones, y que son la causa de muchos quebraderos de cabeza.

La idea de que debes encontrar a tu media naranja. Para ser feliz no necesitas encontrar a tu otra mitad, sencillamente porque tú solo/a ya eres una persona completa. Además, corres el riesgo estar toda tu vida buscando a tu alma gemela, mientras pasas de largo ante otro chico o chica de carne y hueso que podría ser tu tipo ideal. No existe un alma gemela que encaje a la perfección con nosotros/as, sino miles de posibilidades repartidas en el mundo que podrían convertirse en una pareja genial.

La idea de querer cambiar a nuestro chico/a para que se parezca a nuestro modelo ideal trae consigo consecuencias catastróficas, como discusiones eternas o rupturas. Lo cierto es que a nosotros/as tampoco nos gustaría dejar de ser como somos, por eso es injusto pedirle a nuestra pareja que se convierta en alguien que no es.

Una de las trampas más comunes en una relación amorosa es pensar que por “amor” debemos estar dispuestos/as a soportarlo todo. Que estés colado/a por tu chica/o, no significa que tengas que convertirte en santo/a y mártir para demostrarle tus sentimientos. Amar es aprender, divertirse y pasarlo bien. Si tu chico/a no te trata bien, por mucho que te guste, deberías deshacerte de él/ella.

Idealizamos el amor y pensamos que es para siempre. Nos juramos amor eterno y estar juntos hasta la muerte, pero no somos ni Romeo ni Julieta y el amor necesita mantenimiento día a día. Si te dejas llevar por la rutina o crees que ya lo tienes en el bote, se marchitará. Mima a tu chica/o, cuida los pequeños detalles, ¡y no dejes de sorprenderle/la.

Fuente

viernes, 20 de enero de 2012

¿Cómo conseguir que el niño se sienta competente?

Es fácil comprender la importancia de sentirse competente a la hora de desarrollar una autoestima elevada. Uno necesita saber que será capaz de enfrentarse con éxito a las nuevas situaciones que se le planteen en la vida para poder sentirse seguro de sí mismo. En caso de que observes que tu hijo tiene una carencia en este sentido, puedes poner en práctica alguna de las siguientes medidas:
  • Ayúdale a reconocer sus propias capacidades y a aprender a usarlas. Mediante el juego o el dialogo puedes ayudarle a darse cuenta de sus recursos y a elegir cuáles elegiría para dar respuesta a diferentes situaciones.
  • No esperes del niño más de lo que puede conseguir. Eso sólo le causará frustración y sentimiento de incapacidad.
  • Refuérzale dando ejemplos concretos de sus logros. Por ejemplo, puedes decirle “Estoy muy orgullosa de cómo has preparado tu examen. Has estudiado todos los días 2 horas y me has pedido ayuda cada vez que no entendías algo. Estás en el buen camino para mejorar”.
  • Organiza tareas o juegos que le supongan un desafío y que le permitan ver que tiene más capacidades de las que él creía.
  • Puedes organizar un juego en familia para descubrir vuestras cualidades positivas. Cada uno escribe en un papel las características positivas de los demás y se van leyendo en voz alta. Después se comparan las cualidades que los demás han dicho de ti con lo que tú pensabas de ti mismo.
  • Premia al niño por los triunfos. Hay muchas maneras de premiar a un niño, no todas tienen que ser materiales. Por ejemplo, los premios pueden ir desde dejarle elegir las actividades del fin de semana, preparar una comida especial que él elija u organizar una pequeña fiesta para sus amigos…
  •  
  • Fuente

jueves, 19 de enero de 2012

Técnicas para mejorar la seguridad en los niños

Si hemos notado que nuestro hijo no se siente lo suficientemente seguro de sí mismo como para actuar sin miedos y enfrentarse a las nuevas situaciones del día a día, podemos poner en práctica algunas de las siguientes   técnicas:


  • Buscar actividades en las que el niño pueda desarrollar su creatividad y capacidades. Esto hará que el niño vaya dándose cuenta de que es capaz de afrontar situaciones y tener éxito y de hay áreas en las que puede destacar.
  • Revisar las normas de la casa para ver cuáles habría que modificar por no resultar claras o adecuadas. Una vez decididas las nuevas normas están deben ser explicadas con el niño, dándole oportunidad para que las comente y las discuta. Siempre que se pueda, resultará beneficioso que las normas sean discutidas y aceptadas entre todos, porque así el niño se sentirá más responsable a la hora de cumplirlas.
  • Demuéstrale a tu hijo que confías en él y que tendrá éxito en las actividades que realice.
  • No le culpabilices por los errores o fracasos. Debes ayudarle a comprender que los errores sirven para aprender y mejorar.
  • Prémiale siempre que haga algo positivo que le hayamos pedido, como cumplir las normas. Los premios no tienen que ser siempre materiales. Muchas veces un halago o una muestra de afecto es más que suficiente.
  • Debemos hacerle entender que le queremos por ser quien es y no sólo por lo que haga. Premiaremos que cumpla las normas y nos sentiremos felices por ello pero debe saber que, aunque a veces no haga las cosas bien, le seguimos queriendo.
  • Ayudarle a plantearse metas a largo plazo: que imagine cosas que le gustaría hacer y que estén dentro de lo posible, que piense cómo lo haría, qué pasos tendría que dar, cómo superaría los obstáculos… Anímalo a actuar diciéndole que él puede y que, aunque no lo consiga, no pasará nada.
  • Hacerle entender que él es quien dirige su propia vida y que sus decisiones son las que marcará hasta donde puede llegar. 
  • Fuente

miércoles, 18 de enero de 2012

Ayuda a que tus hijos puedan ponerse metas realistas

Los niños suelen sentir temor ante los desafíos,  ya que su personalidad se está  formando y todavía no pueden medir con claridad o tienen la experiencia suficiente para saber si van a poder resolver satisfactoriamente los problemas del día a día. 

Tus hijos necesitan saber que pueden y deben de enfrentarse a los desafíos y que cuando se arriesgan la posibilidad de fracaso existe, pero si ocurre, es importante que no lo vean de forma negativa. Diles a tus hijos que cualquiera de nosotros puede fracasar, incluso tú. Seguro tendrás miles de ejemplos cotidianos que mostrarles. Ellos necesitan escuchar que otras personas también fracasan en sus intentos, ya que así asimilarán mejor sus equivocaciones y las situaciones frustrantes. Sin embargo, como madre o padre, tú tienes el deber de enseñarle a tu hijo que debe de ponerse objetivos realistas. Es decir, que las metas que se ponen se puedan cumplir.

Si por ejemplo tu hija empieza hoy la clase de gimnasia, explícale que le llevará un tiempo poder realizar todas las actividades. Hoy le enseñarán a correr, mañana a realizar la voltereta y quizás con el paso de los días podrá hacer una rondada. No te canses de repetirle que puede mejorar con el esfuerzo, ya que eso le dará a la niña ganas de seguir intentándolo y le hará una persona con mayores ambiciones de crecer y perfeccionarse, pero tampoco permitas que se convierta en una obsesión.


martes, 17 de enero de 2012

Se cariñoso con tus hijos

Una madre o un padre cariñoso y afectuoso con sus hijos tendrá muchas más posibilidades de ganarse su confianza que otro padre que actúe de manera fría o violenta. No olvides que la mejor manera de generar un vínculo afectivo estrecho es demostrando afecto y cariño por las personas que más quieres. No sientas miedo ni vergüenza de decirle a la niña o al niño cuanto le quieres, o de dar a tus hijos muchos abrazos y besos para expresarles cuanto les quieres. Ese simple gesto vale más que mil palabras y le enseñará a tu hijo que no está solo y que puede contar contigo para lo que necesite.

Si tu hijo mete un gol en un partido de fútbol de la escuela querrá sentir el halago de un abrazo tuyo. Una muestra de cariño le indicará que va por el buen camino. Pero si tu hijo lo falla, y por ello pierden el partido, todavía necesitará ese abrazo tuyo mucho más. Necesitará ese abrazo para entender que nada cambia y que le sigues queriendo igual que si lo hubiera marcado.

Cuando tu hijo haga algo malo o se equivoque, es importante que no te enfades excesivamente con él, y que si te enfadas, trates la situación con el máximo tacto posible. Por ejemplo, si un niño pega a su hermana, en lugar de decirle “Eres un niño malo”, o cualquier otra cosa que aporte poco a la situación, deberás decirle: “Pegarle a tu hermana no está bien, estoy enfadado por lo que has hecho”.

El lenguaje corporal y gestual también es muy importante en la formación de un niño. Es importante que no dejes de inculcarle de cariño necesario, ya que seguramente cuando sea adulto, él actuará de la misma manera con sus propios hijos.

Fuente

lunes, 16 de enero de 2012

No actúes en forma violenta frente a los niños

Si tu hijo crece en un entorno en el que hay lenguaje violento, gritos o en el que abunden los pensamientos pesimistas y de culpabilidad, es muy probable que tu pequeño se convierta en una persona insegura. En este entorno, el niño intentará aislarse de su entorno cercano (que no le resulta agradable) y tendrá una disminución considerable en su autoestima.

Esto sucede porque el niño interioriza el siguiente “mensaje”: las personas no tienen valor y son simplemente un objeto para ser utilizado. En algunos casos, los padres no tienen una actitud violenta directamente con los niños, pero pueden manifestarla con el entorno. Por ejemplo, si llevas a tus hijos en el coche y quedas atrapado en un atasco, trata de serenarte y no vociferar a los cuatro vientos palabras violentas ya que en ese tipo de situaciones sus hijos percibirán que eres una persona violenta. Esto se transmitirá a tus hijos que tendrán temor hasta de conversar contigo (por miedo a que te enfades). Cuida tu lenguaje y enseña a tus hijos con el ejemplo. Esta es la mejor manera de trasmitir una actitud y además te ayudará a convertirte en una persona más serena.


Pero las personas perfectas no existen, y es muy difícil que si pasamos mucho tiempo con nuestros hijos, nunca les gritemos o a veces nos excedamos en los gritos. Somos humanos, y después de un mal día en la oficina, es normal perder la paciencia. Cuando esto ocurra, y si has gritado excesivamente a tu hijo, discúlpate por los gritos “desproporcionados” que le has dado. Y sobre todo, hazle saber cuanto le quieres (aunque te hayas enfadado o incluso estés enfadado con el niño o la niña).

Fuente

viernes, 13 de enero de 2012

Lo que no tiene solución hay que dejarlo de lado

Queremos lo mejor, y siempre lo estamos buscando… 

 Queremos el mejor trabajo, el mejor amor, las mejores amistades, y eso está bien, es bueno porque nos lleva a progresar en la vida.

Pero no es sano desear lo que no tenemos cuando ello nos lleva a no poder conciliar el sueño y a no apreciar las cosas que sí tenemos.

Si nos damos cuenta, es muy fácil que se nos esté pasando la mitad de nuestras vidas buscando soluciones donde no las hay, trabajos que no son para nosotras, amores que no nos convienen y poco a poco nos vamos achicando como personas porque sentimos que nada es para nosotras, que siempre vamos detrás del arco iris queriendo buscar los tesoros que no existen.

No dejes que los años y la vida se te vayan mientras añoras todo lo que no tienes y deseas tener, no malgastes los años intentando tener lo que no es para ti y mucho menos amargándote por no haberlo logrado todavía.

Hay que tener sueños, pero deben ser sueños y metas que estén a nuestro alcance. No hay que tener expectativas irrealistas. Hay que luchar por lo que se desea, pero no hasta el punto de despreciar lo que ahora tenemos por compararlo con lo que soñamos tener algún día. Debemos aprender a ser felices con lo mucho y lo poco que tenemos. Aunque te cueste creerlo, a veces las cosas más pequeñas son las cosas que más valor tienen en nuestras vidas.


Tener sueños y metas nos hace muy bien, luchar por aquello que se desea es muy loable, pero no nos desgastemos por lo que no tenemos o por aquello a lo que no le hemos encontrado soluciones.


Puede que pases en vela demasiadas noches de tu vida, noches que pasas despierta y pensando en cómo arreglar las cosas que aún tienes pendientes, cosas que sabes que no tienen una solución a tu alcance. Si es así reconócelo, son cosas que no puedes solucionar o cambiar, déjalo, no te angusties, no pierdas tu paz por ello. Mejor piensa en otras cosas.


Seamos constructoras de felicidad y amor, seamos máquinas que siempre producen cosas buenas, seamos personas que saben vivir con lo que hay, que saben encajar las dificultades de la vida y que no viven amargadas con lo que no pueden hacer o lo que no tienen.


En nuestra vida, como en todas las cosas, tenemos limites, no podemos tenerlo todo. Muchas veces podemos ser felices, pero por no estar con la persona que queremos, no lo estamos. Muchas veces queremos un buen trabajo, pero no tenemos la capacidad de realizarlo pues no somos lo que la empresa necesita. En la vida todo tiene un porqué, nos enfrentamos a paredes impenetrables e impedimentos que no son justos pero que están ahí. Pero no por ello debemos ser personas tristes, hay que saber qué cosas son para una y lo demás dejarlo partir.


Todas las personas, hombres y mujeres han sido colmados de muchas bendiciones, simplemente hay que reconocerlas y cultivarlas para así no vivir alimentando vacíos, traumas, amarguras y decepciones.


No dejes que una nube te tape la maravillosa luz del día, simplemente acepta que hay cosas que no tienen solución  y cosas que no podrás cambiar o tener. Por tu propio bien, deja esas cosas de lado y disfruta de lo mucho o lo poco que tengas. Será mejor, merece la pena vivir feliz así.


Piensa que hay otras alternativas para nuestras vidas, cosas que siempre vienen bien, centrémonos más en las cosas que poseemos y en ser más agradecidas. Evitemos pasarnos el día pensando en las carencias que hay.


En este mundo hay personas que darían todo por tener una pequeña parte de lo que nosotras tenemos, mientras tanto nosotras nos angustiamos deseando lo que tienen lo demás. Deja esos malos pensamientos y empieza a ser feliz con todo lo que posees, valoremos y disfrutemos de lo que hoy existe en nuestras vidas.


Vivamos la vida con alegría, porque a pesar de las frustraciones siempre nos quedará la esperanza de que algún día podamos lograr lo que tanto añoramos, las cosas tienen soluciones, hay que ser pacientes. Y si vemos que pese a todo esfuerzo que hagamos hay cosas que no logramos y por los que no podemos hacer nada, no vale la pena vivir angustiadas y amargadas por ello. Mejor dejemos esos sueños o pretensiones y disfrutemos de lo que sí está a nuestro alcance.


Podemos ser felices a pesar de no tenerlo todo. La vida hay que vivirla con mucha esperanza, amor y paciencia, de este modo podemos lograr mucho más de lo que te imaginas.

Suerte!

Fuente

jueves, 12 de enero de 2012

Tú elijes estar triste o vivir con alegría

Cuántas veces nos sentimos heridas por algo o aquello que alguien dijo de nosotras… Cuántas veces lloramos por aquello que quisimos decir o hacer y no fuimos capaces de enfrentar estas tensas situaciones que la vida nos impone…

A veces la vida es dura, pero si la sentimos cruel quizás debiéramos mirar hacia dentro de nosotras mismas. Las mujeres tenemos capacidad de sobra para ser fuertes, reponernos y decidir ser felices a pesar de todo. Yo decido ser feliz, tú también puedes hacerlo.

Piensa que lo único que NADIE te puede quitar es la libertad de tus pensamientos y sentimientos. Te pueden controlar todo, menos tu manera de pensar o de ver las cosas.
  • Eso es algo que sólo te pertenece a ti.
  • En ti está el poder elegir como quieres estar.
Es necesario enfrentarse a los miedos, con una realidad que muchas veces no tiene nada de bonito, pero al hacerlo eso nos ayuda a definir cual será la respuesta que demos antes la situación.

Sólo tú sabes cual será la respuesta a todos tus miedos. Pero hay algo que está a tu favor: que TODO depende de ti, tú sabes como resolver la situación, sólo tú.

En la vida se pasa por muchas situaciones de dolor, de buenas y malas experiencias, ausencias de los que amamos y que hoy ya no están con nosotras. Muchas son las lágrimas que se derramaron o que aún brotan. Humillaciones y sufrimientos habremos pasado por la vida, pero a pesar de todo lo negro que sea vea el panorama, la DECISIÓN es tuya, puedes cambiar tu entorno y pintarlo con los colores que desees.

Tú decides, la elección es tuya

Si sólo ves un mundo frío y gris, es porque tú quieres que sea así. Cambiar depende de ti, nadie puede vivir la vida por ti -somos libres pensadoras, tenemos libertad para hacer o dejar lo que nos viene mal.

Es nuestro tiempo, es nuestro mundo, no vivas una vida que no quieres, DECIDE. No caigas en los errores de aquellas personas que nunca nada cambian, puede que algunas cosas en la vida nunca cambien, pero tú puedes hacerlo, SI QUIERES.

Si por alguna razón estás viviendo alguna pena, tristeza o frustración, ¡tú puedes decidir cómo reaccionar ante eso que te ocurre!

Si quieres, hoy mismo puedes sentir celos, ira, hostilidad, miedo, culpa, preocupación, vergüenza o resentimiento. Todo esto lo puedes sentir si así lo decides. O TAMBIÉN puedes sentir tranquilidad, esperanza, fe, amor, alegría y otros tantos sentimientos que te den estabilidad cuando decidas pensar en forma optimista y positiva.
Date cuenta de que lo que te sucede no es lo que te afecta: es el cómo reaccionas ante esas situaciones.
Durante los próximos días ten esto en tu mente, y repítete ante el espejo que sólo DEPENDE de ti decidir cómo sentirte, porque cuando tienes la capacidad de ELEGIR, también puedes enfrentar tus problemas.

Dentro de ti están las soluciones.

DECIDE ser feliz, te lo mereces mujer, no dejes que nadie te robe tus sueños y felicidad. Sólo tú puedes escoger como será tu vida. Te pueden ayudar, pero TÚ DIRIGE TU PROPIA VIDA.

La felicidad está dentro de ti.
 

Estás capacitada para ELEGIR.
 

ERES MUJER. ERES LA SOLUCIÓN.


Sólo una mujer es capaz de esto y mucho más.

SE FELIZ.

Fuente

miércoles, 11 de enero de 2012

Disfrutar de la vida

La vida es como un árbol que da frutos: en ocasiones lo ignoramos, otras veces escogemos probar sus frutos.

• Unos frutos son dulces, buenos y añaden placer a nuestra vida.
• Otros frutos son amargos, agrios, están pasados, pudriéndose y nos hacen mal…


Hay quienes siempre escogen vivir amargadas y quienes siempre buscan lo mejor para disfrutarlo y compartirlo. La elección es nuestra.

Quiero que imagines que la vida es un árbol, escoge el árbol de frutos que más te agrade.


Ahora piensa que ese árbol está lleno de redondos, jugosos, y tiernos frutos; manzanas rojas, brillantes; naranjas de fuego sabrosas; granadas maduras, henchidas, llenas de vitaminas; limones; peras; higos, cualquiera que sea de tu máximo placer y sabor.


Ahora reflexiona:
¿Qué sucedería si cada día que inicia escoges el mejor de todos los frutos? ¿Qué lograrías si cada amanecer estirases la mano tomando para ti y tu familia el mejor de todos los sabores? Suena maravilloso, verdad.

Muy bien, con una mano en el corazón quiero que me digas ¿Por qué crees que no estás escogiendo ya, a menudo, el fruto de tu elección? ¿No hay frutos extraordinarios en tu árbol? ¿Estás tan distraída por los problemas cotidianos que nunca te paras a ver el árbol de tu vida?

Sea cual sea la razón, entérate que en muchas oportunidades no sabes elegir ni apreciar las oportunidades que te entrega la vida.

Acaso ¿no te la pasas arrancando frutos podridos? Y lo que es peor de todo, ¿aventando y compartiendo de esos con otro?

¿Cuáles son los motivos que nos hacen elegir las frutas pasadas, aguadas o verdes de la vida? El miedo, la inseguridad, la creencia de no merecer, la vergüenza y la falta de confianza personal.

A veces estiramos la mano esperando que nadie nos observe, para escoger lo más próspero pero si alguno nos reclama, creemos que es suficiente como para dejarlo, ¿por qué? Tú también mereces sonreír, vivir en plenitud y con satisfacción.

Tú tienes la urgencia y el privilegio del derecho a disfrutar de las mejores cosas que tiene la vida por ofrecer. No importa lo mucho que te hayas equivocado, o caído, ni los problemas laborales, ni los chismes de oficina. Tú tienes el derecho de sacarle a la vida los mejores frutos.

Recoger sólo los modestos, los menos placenteros es más de lo mismo: te dejan anclada en un espacio de escasez en el que sólo puedes creer más escasez, inseguridad, y desconfianza.


Quiero que te atrevas a sentir desde el fondo de tu ser, que ¡TÚ LO VALES!

Fuente

martes, 10 de enero de 2012

¡Siempre he sido así y no voy a cambiar!

“No pienso cambiar, siempre he sido así, y así se me debe querer. Si no te gusta, te aguantas”.

Debemos aceptarnos unos a otros tal como somos, no podemos pretender cambiar a los demás… pero podemos cambiarnos nosotras mismas, y debemos.


No somos piedras inmóviles, somos mujeres, tenemos capacidad de aprendizaje y de maduración. Si nos lo proponemos, siempre podemos cambiar y mejorar.

Muchas personas suelen insistir en el error y aceptan como normal algo que no lo es. Pareciese que a veces nos quisiéramos convertir en piedras: inamovibles, pesadas, con pocos sentimientos
de vida y de cambio… Pero quien no cambia y no evoluciona, ¡muere! ¿Acaso deseas morirte en vida?



Partimos de un desconocimiento generalizado de quienes somos: no sabemos lo que nos gusta, lo que nos roba sonrisas y mucho menos lo que nos hace felices. Sin embargo, creemos que todo está bien y que no hay ninguna razón para cambiar nuestra forma de existir –más bien subsistir-. Y lo más “cumbre” del asunto es que osamos rechazar las críticas constructivas y no escuchamos a quienes con mayor asertividad ven lo que nos sucede. Nos blindamos en un tanque de guerra que no necesitamos para simular que somos perfectas y que no cometemos errores, y para cerrar con broche de oro, con tono altivo nos atrevemos a decir “es que yo siempre he sido así y no voy a cambiar”.


Vaya obstinadas piedras las que somos… Con ello lo que decimos es algo como: “siempre he sido una mujer llena de defectos y dificultades las cuales no me importan, porque como sea he vivido y aún respiro, nunca he querido mejorar así que no recibiré bien ninguna recomendación que me puedas hacer.” ¡Bravo! ¡Qué gran show de incompetencia y conformismo el que brindamos! ¡Bravo! ¡Ello es digno de un premio de actuación! 

Porque muy en el fondo, nosotras sabemos que debemos cambiar esas actitudes que sólo nos han ocasionado daños.


¿Para qué mantener una fachada engañosa? ¿No prefieres ser una mujer maravillosa entre defectos que deseas corregir? ¿Por qué insistes en tapar el sol con un dedo? Mirémoslo de esta forma:


Si nosotras nos quedamos como piedras no podremos enriquecer nuestras vidas y ser felices, sino que estaremos eternamente ligadas a los mismos sentimientos y acciones: siempre seremos gruñonas, siempre estaremos asustadas, siempre buscaremos a aquellos hombres que no nos hacen bien, siempre nos conformaremos con menos… Siempre, siempre y siempre seremos miserables.


No sigamos repitiendo las mismas historias, ¿no crees que es aburrido ver la misma película 80 veces? Entonces, ¿por qué permites que tu vida sea la reiteración de acontecimientos de los cuales no aprendiste?


Tú te mereces algo mejor, abandona ese “siempre he sido así y no voy a cambiar”, reemplázalo por un 

“siempre quiero lo mejor para mí y no escatimo en gastos para encontrar mi felicidad”.


Deja de ser una piedra, busca ser flexible y abre las puestas de tu alma al amor por los demás y por ti misma.

Fuente

lunes, 9 de enero de 2012

Debo ser lo que quiero ser

No necesito ser como los demás quieren que sea, ni necesito actuar como esperan que lo haga…

Quiero hacer las cosas por mí misma, porque las siento dentro de mi ser, porque así soy yo.

Debo ser lo que quiero ser.
 

Yo puedo ser lo que quiero ser.

A menudo solemos librar batallas en las que se disputan giros preponderantes de nuestras vidas. En estas batallas se enfrentan dos bandos:
  • Uno que evidencia lo que los demás quisiéramos que fuéramos y todas las creencias que nos han inculcado desde niñas
  • y otro, en el que se enfila lo que amamos y hace respirar al espíritu que vive en nuestro pecho.
¿A qué lado le permitimos ganar?

No somos quienes desearíamos ser

La cobardía y nuestro patológico miedo al “qué dirán” hacen que nos pasemos el tiempo caminando por espacios que no nos gustan y no deseamos, escogiendo no elegir y quedándonos con uno de los puntos de la reducida lista de cosas que nos han presentado como “aceptables”.

Tiempo después, nos damos cuenta de que estamos en el ojo de un remolino de circunstancias que nunca hemos querido y que se nos mete por las venas secando lentamente nuestros sueños e ilusiones con aquel tedioso lema del “tienes”: tienes que hacer ello o lo otro; tienes que alejarte de eso y acercarte a esto; tienes que dejar de pensar en los otros y sólo dedicarte a ti misma.

Lo que se espera de ti no necesariamente describe quien eres realmente.

La vida se convierte en una obligación llena de reglas y frustrantes imposiciones que nos llenan de “tienes”.

Tanto es así, que no podemos dejar de pensar en qué ha sido de todo aquello que queríamos y por qué en lugar de proteger nuestros sueños, permitimos que fuesen desterrados de nuestro corazón.

Es cierto que nadie –supongo- nos pone un arma en la cabeza para obligarnos a hacer su sacra voluntad; pero para obligar no siempre hay que hacerlo por las vías de hecho, sino que también existen otras formas de obligar; por ejemplo, no es obligatorio pagar la cuenta de energía, pero si no lo haces, te quedarás sin el servicio.

Asimismo, pasa con nuestras vidas: no es obligatorio hacer lo que los demás quieren, pero si no lo hacemos, lo sentimos con recriminaciones, malas actitudes y prevenciones para con nosotras.
Es entonces cuando empezamos a preguntarnos: ¿qué vamos a hacer? ¿Qué camino podemos tomar? ¿A qué debo mayor valor?

Yo tengo opción, yo decido sobre mi vida

Parecen obvias las respuestas, pero a veces nos apabullan las acciones. Cuando los grandes personajes de la historia se atrevieron a hacer lo que les nacía, fueron tildados de locos y con el pasar del tiempo, todo cambió y lo que fue locura en un inicio, se convirtió en inminentes ataques de brillantez. Lo cierto es que el tiempo les ha dado la razón y ha mostrado que la verdadera locura es no hacer lo que se ama.

Debemos pasar del “tener” al “querer”. No se trata de ser injustas y pasar cuan aplanadoras por encima de las personas que más nos quieren, de lo que se trata es de seguir la verdad de nuestro corazón y ser tercas con nuestros sueños mas no con nuestros errores. Así los seres que nos aman terminarán por entender que nuestra felicidad no está en lo que los demás creen conveniente sino en lo que nosotras mismas hemos construido con amor en nuestro mundo.

Siempre será mejor volar acompañada que sola.

Si te resignas a hacer lo que “tienes que hacer”, ¡felicidades! Serás una futura amargada llena de frustraciones y agonías.

Pero si te atreves a “querer”, lo único que perderás es el miedo a soñar.

Fuente

viernes, 6 de enero de 2012

Apenas logro trabajar poco y mal

Tenemos mucho trabajo y sabemos que somos capaces de hacerlo… ¡pero no lo hacemos!

Se nos pasa el tiempo, y cuando por fin nos ponemos lo que tenemos que hacer… ¡lo hacemos mal, con lentitud o de forma totalmente ineficaz!

¿Te pasa a ti, verdad? Pues si te lo propones, eso puede ser historia. Ya que de todos modos hay que trabajar… ¡hagámoslo sabiamente!

Trabajar mal y trabajar bien pero en dirección equivocada, son sinónimos: podemos ser muy buenas atletas, pero si en la maratón hacemos otro recorrido, habremos perdido todo nuestro esfuerzo y dedicación, regresando al mismo punto “cero” de donde empezamos.

De igual forma, no sirve que ordenemos todos los libros por temática y al final de la jornada recordemos que debíamos haberlo hecho por orden alfabético… Hemos perdido esfuerzo y energía de forma infructuosa y terminaremos por preguntarnos: “¿por qué no hice esto desde el comienzo? Me hubiese ahorrado tantas cosas…”

Pero ya basta de andar recriminándonos por lo que hubiésemos podido hacer mejor o por no tener tiempo para nada. Desde ahora podremos ser más efectivas en nuestras labores y podremos optimizar nuestro tiempo y no vivir absortas por el trabajo, para así, poder recuperar aquellos rinconcitos en los que compartíamos con nuestros amigos y familiares, en los que salíamos de paseo, escuchábamos música, leíamos un buen libro o simplemente nos lanzábamos a la cama a hacer “pereza”. Debemos recuperar nuestro tiempo para mejorar nuestra calidad de vida, ¿cómo? Pues podemos seguir tres pasos muy simples.

Cómo trabajar sabiamente:

  1. Planteémonos un objetivo.
    Cada vez que a mí me hablaban de un objetivo me provocaba querer “salir corriendo” y siempre decía: “¿pero, qué cosa tan aburrida es esta?” Lo cierto es que con el tiempo me di cuenta de que los objetivos eran inocentes de toda culpa y que el error suele estar en la forma en cómo nos los planteamos.
    En primer lugar, debemos saber que un objetivo no debe salirse de nuestras manos: no es lo mismo decir “voy a hacer que el clima cambie” a “voy a prepararme para el cambio de clima”, el primer enunciado no está en nuestras manos pero el segundo sí.
    En segundo lugar, debemos pensar en un objetivo pequeño que podamos alcanzar fácilmente y que luego podamos convertir en uno más grande y, por último, debemos hacer que nuestros objetivos sean NUESTROS: con nuestras palabras, nuestros gustos, nuestras emociones…
  2. Después de tener nuestros objetivos claros, el siguiente paso es idear un plan de acción, es decir, los parámetros y etapas bajo los cuales vamos a trabajar.
  3. ¡Manos a la obra!
    Debemos ponernos en marcha para lograr lo que nos propusimos anteriormente.
¡Es sencillo, y ya tienes experiencia en ello!

No hagas de todo esto un proceso difícil. Haz de cuenta que es como preparar una cena: primero te preguntas qué es lo que deseas cenar (objetivos); luego, empiezas a mirar qué ingredientes necesitas para la cena y cómo los vas a preparar (plan de acción); por último, cocinas y cenas, ¡objetivo alcanzado!

Si no tienes una “gran memoria” no hay problema, puedes usar un organizador o colocar frases alusivas a tus objetivos por toda tu casa y todo será más alcanzable.

¡No hagas de lo simple algo complicado!

¡Tú puedes cumplir todas tus metas!

Fuente