Ya
hemos hablado de los muchos cambios que se provocan en tu
mente y tus emociones cuando sonreímos. Y ya hemos
dicho que la sonrisa activa en el cerebro muchas funciones
asociadas con nuestros estados de ánimo positivos.
Por supuesto, esto facilita que nuestro estado emocional
se haga cada vez más placentero y se fomenten emociones
como la de seguridad, alegría o entusiasmo mientras
se van debilitando respuestas de tipo agresivo o depresivo.
Así
pues, sabemos que desarrollar el hábito de responder
con una sonrisa (aunque sea la actitud interna de sonreír
sin que lo hagamos externamente) frente a las diferentes
situaciones de la vida genera importantes cambios positivos
en nuestras emociones y pensamientos. Ahora nos gustaría
comentarte cómo la sonrisa provoca muchos cambios
en nuestra vida, más allá de nuestra mente
y emoción. La sonrisa es un importante elemento generador
de reacciones y circunstancias alrededor nuestro, como vamos
a ver a continuación.
Empecemos
hablando de la comunicación y las relaciones interpersonales.
Aunque es muy evidente, quizá no te hayas puesto
a considerar en todo lo que vale el papel que juega la sonrisa
más allá de una mueca que expresa alegría
o bienestar. ¿A qué nos referimos? A que la
sonrisa es la manifestación visible de esas emociones
positivas y eso todos lo sabemos, pero no solemos
pensar las implicaciones que esto tiene. Y son muchas y
poderosas. La manifestación de una emoción
es un complejo e importante paso evolutivo que tenemos codificado
en lo más profundo de nuestros cerebros y provoca
grandes cambios en nuestra mente sin que siquiera nos demos
cuenta.
Vamos
despacio. Prácticamente todos los psicólogos
concuerdan que las emociones tienen diferentes funciones
en nuestra vida y existen para cumplir esas funciones. Podemos
decir por ejemplo que las emociones son la base de nuestra
motivación y dan fuerza y dirección a nuestra
manera de actuar. Piensa en el enojo. Si te enojas, tu cuerpo
adquiere la energía necesaria para actuar (golpear,
gritar, etc.) y además sientes la tendencia a comportarte
de esa manera agresiva.
De
la misma manera podemos entender que las emociones tienen
otra muy importante función: la de regular la comunicación
entre individuos. De hecho, las emociones regulan la comunicación
entre individuos de muy variadas especies, no sólo
humanos. Piensa en un perro que ve a otro perro acercarse
a su territorio y cómo empieza a ladrarle y a gruñirle
(claro, si es que no hay un asunto de deseo sexual porque
si lo hay los animales tendrán otro repertorio de
conducta para transmitir otros mensajes diferentes a la
agresión). El invasor recibe el mensaje y puede responder
con señales de agresión o bien huir de la
situación.
Lo
que queremos resaltar es que la agresión que vive
el perro se manifiesta luego en su conducta, en su posición
corporal, los sonidos que emite, las facciones que genera
en su cara (la posición de la cabeza, la mirada,
el movimiento del hocico y su manera de enseñar los
dientes). La gran mayoría de esta comunicación
es innata, está codificada como un programa instintivo
en el cerebro de los perros debido a miles de años
de evolución de su especie. Obviamente, es muy difícil
que no respondan de la manera en que ese profundo instinto
les dicta hacerlo.
Y
es tan profundo y tan importante este sistema de comunicación
que la interacción se da no sólo entre miembros
de la misma especie, sino entre especies diferentes. Pongamos
el ejemplo del perro pero ahora en lugar de pensar en otro
perro invasor piensa que eres tu el que está entrando
en el territorio prohibido. Imagina los ladridos, la mirada,
los gruñidos y los colmillos del perro y date cuenta
cómo es muy claro para tu mente que el animalito
no está siendo muy amigable contigo.
De
hecho es normal que en una situación así se
te ponga el corazón a toda marcha, se tense tu cuerpo
y hasta te suden las manos, etc. aún y cuando no
seas una persona que le tiene miedo a los perros y aún
y cuando el perro sea del amigo al que visitas y sepas que
no te va a hacer nada. De todos modos reaccionas porque
tu cerebro tiene un programa muy antiguo y profundo que
llamamos instinto que te hace entender que el perro tiene
intenciones de agredirte y no puedes evitar que tu cuerpo
reaccione a ese mensaje.
Bueno,
pues exactamente lo mismo sucede con una sonrisa. La
sonrisa es justamente una expresión que comunica,
no es sólo una reacción personal de las emociones
positivas dentro de ti, sino que tiene la función
de comunicar este estado de ánimo y de esa forma
regular la interacción que tienes con los que están
a tu alrededor. (Lo mismo sucede son todas las
expresiones faciales de provocadas por nuestras emociones
como el llanto, el asco o el dolor por ejemplo).
Esto
tiene consecuencias en dos importantes sentidos. En un primer
sentido la sonrisa expresa, habla de tu estado motivacional.
Este es el sentido que normalmente tomamos en cuenta. La
sonrisa como cualquier expresión facial nos dice
algo del estado de ánimo de quien la expresa.
La
importancia de esto es que podemos saber algo de la otra
persona por las expresiones que sus emociones provocan en
ella y por consecuencia sabemos más o menos la manera
adecuada de comportamiento que sería propicio para
el momento. Si la persona tiene cara de enojo o de tristeza
ajustamos nuestro comportamiento a la información
que eso nos revela. Es obvio que nuestras interacciones
con los demás se basan enormemente en este tipo de
comunicación no verbal que acontece incluso de forma
inconsciente y que de hecho representa el 90% de nuestra
comunicación en cualquier relación.
En
un segundo sentido tenemos lo que para nuestro tema resulta
más importante y lo que no es muy considerado. Nos
referimos a lo que le sucede al que ve la sonrisa, no al
que la expresa, cuando tiene una sonrisa enfrente. Como
lo hemos dicho, el cerebro humano tiene ésta y muchas
otras expresiones faciales codificadas como reacciones instintivas
muy antiguas y profundas dentro de la evolución de
nuestra especie provocando este sistema de comunicación
motivacional. Y es por eso mismo que en el cerebro existen
a la vez una serie de reacciones muy poderosas, automáticas
(no voluntarias) que se generan cuando detectamos esas expresiones
en alguien más.
En
otras palabras, existe una reacción instintiva inevitable
que se da cuando alguien nos sonríe en nuestro cerebro.
Es algo así como si alguien te machuca un dedo. Tú
necesariamente reaccionas ante ello con dolor y con un movimiento
que trata de evitar que el dedo se siga dañando porque
instintivamente estás programado para eso. Pues de
la misma manera cuando estás
expuesto a una sonrisa tu cerebro genera una serie de reacciones
automáticas que tienden a generar un estado de ánimo
y mental determinado (uno positivo obviamente).
Puede
ser que en una situación así estés
muy preocupado o deprimido y que al ver una sonrisa no notes
el cambio que se genera en ti porque la intensidad de las
emociones negativas que estás viviendo es demasiado
alta para el nivel de bienestar que te provoca el ver una
sonrisa, pero es seguro que tu cerebro sí realiza
un cambio en sus funciones y tiene una tendencia mayor a
un mejor estado de ánimo que la que tenía
antes de ver la sonrisa.
Puede
ser también que hayas aprendido a que una sonrisa
es inadecuada en determinadas situaciones y que verla te
provoque enojo porque lo consideres una falta de respeto,
pero nuevamente en el fondo existe una parte de tu cerebro
que está tendiendo más a un mejor estado de
ánimo que antes de identificar a la persona que sonrió.
El
asunto es que cuando le sonreímos a alguien
más, inevitablemente estamos provocando un cambio
en su dinámica mental favoreciendo estados de ánimo
más positivos y actitudes más abiertas.
Es por esto que en verdad puede resultar sorprendente la
serie de cambios que puede desatar una actitud positiva
en la vida de las personas. Es un hecho científicamente
fundamentado que presentarle este tipo de actitudes y expresiones
a los demás hace que las respuestas de los demás
sean más positivas. Sí, con algo así
de sencillo. Y sí te parece exagerado el poder que
le atribuimos a la sonrisa, sólo recuerda que no
es sólo el simple movimiento de tu boca el que está
provocando esos efectos, sino miles de años de evolución
humana.
Así
que ya lo sabes. Es un secreto a voces. Uno verdaderamente
poderoso, pero tan simple que solemos no tomarlo en serio.
Todas tus relaciones pueden
adquirir mejores resultados si tienes una mayor dedicación
a favorecer en ti un estado de ánimo más seguro,
con menos ansiedad y con más sonrisas.
Se
trata de sonrisas reales, claro, no de esas que el otro
sentirá como fingidas. Pero no es difícil
dibujar una sonrisa real aunque no estemos brillando de
alegría. Es sólo dibujar una sonrisa sincera.
Verás menos hostilidad y más aceptación
en las demás personas. Verás más comprensión
y más afinidad. Verás más amigos y
menos extraños. Verás más de lo mejor
de los demás y de ti mismo.
En
verdad, es sorprendente. Practícalo y verás.
Fuente