lunes, 7 de noviembre de 2011

Familias en desequilibrio

 La familia es una institución que influye con valores y pautas de conducta que son presentados especialmente por los padres, los cuales van conformando un modelo de vida para sus hijos enseñando normas, costumbres, valores que contribuyan en la madurez y autonomía de sus hijos. Influyen de sobremanera en este espacio la religión, las buenas costumbres y la moral en cada uno de los integrantes más pequeños. Por ello, los adultos, los padres son modelos a seguir en lo que dicen y en lo que hacen. La importancia de valores morales como la verdad, el respeto, la disciplina, la autonomía, etc. hace que los hijos puedan enfrentar el mundo que les rodea de manera madura y protagónica.

Modos de familias:

Esto se refiere a la personalidad de la familia, las formas en que cada uno de sus miembros se relacionan y viven cotidianamente.
  • FAMILIAS RÍGIDAS
Siguen pautas muy estrictas, heredadas y no cuestionadas. Los valores familiares imperantes se basan en patrones establecidos: “tradición familiar”, “siempre se ha hecho así”. Es muy difícil, por no decir imposible, realizar cambios en sus dinámicas. La creatividad y la espontaneidad están ausentes, puesto que no son aceptadas ni premiadas. La ilusión desaparece y domina el miedo. Los hijos son modelados de acuerdo a los patrones del grupo familiar sin respetar su propia individualidad. Las familias rígidas son controladoras y, en el fondo, muy inseguras de su fuerza. Se agarran a lo formal para no tener que asumir la tarea de hacer las reformas de fondo necesarias.

  • FAMILIAS CANÍBALES
La familia es como el papel matamoscas: si te demoras demasiado en él, puedes quedarte mortalmente atrapado y debatirte hasta la muerte, afirma Juan José Saer. Las listas de ofensas, las listas de favores dados y recibidos, cuentas por saldar, asuntos pendientes, resentimientos, dolor y más dolor… Riñas, reyertas entre padres, hijos, hermanos, tíos y familiares varios. Faltas de respeto, invasiones de la intimidad, sentido de propiedad, posesión, control, chantajes emocionales, victimismo, sacrificio, envidias, celos.. Véase El rey Lear, Hamlet, Los hermanos Karamazof, La metamorfosis, sólo a modo de ejemplo literario. Las familias caníbales pueden llegar a “comerte”.
-Estás enfadada..
-¿Cómo quieres que esté si siempre llegas tarde? ¿Con quién has quedado?¿Acaso yo soy menos importante que tus amigos? ¿Por qué no me llevas contigo a estas reuniones? ¡Me tienes abandonada! ¡Me haces muy infeliz!
Al oírla, se siente culpable. Quizá tenga razón –piensa-. Poco a poco, cede sus espacios, ve menos a sus amigos, la lleva a todos lados, siempre pegada a él, le pasa el “parte” diario de conversaciones y encuentros, le pide permiso. Poco a poco, entra en una jaula y él mismo da la llave a su carcelera.

  • FAMILIAS ASFIXIANTES PROTECTORAS
Familia hiperprotectora. Padres totalmente pendientes de sus hijos, volcados tanto en sus vidas que “no tienen tiempo” de vivir las suyas. Por esto se alimentan de lo que viven ellos, aspiran sus éxitos, sufren sus fracasos, hacen sus deberes, suplen sus deficiencias, lloran sus pérdidas… No quieren que nada les dañe. Los quieren proteger del dolor. Se anticipan, les suplen. Pendientes de sus hijos se descuidan a sí mismos. Son padres intervencionistas que no educan para la responsabilidad ni vacunan en la frustración.
Los hijos crecen desmotivados, abúlicos e irresponsables, incapaces de tener y mantener iniciativas. Son fácilmente susceptibles a la frustración y tienen poca capacidad para esforzarse y perseverar. Viven con miedo, puesto que no conocen sus fuerzas. En esta familia no es posible el desarrollo de la autonomía. Es un caldo de cultivo de personas muy vulnerables, que no saben enfrentar las adversidades de la vida fuera de su entorno familiar.

  • FAMILIAS ASFIXIANTES CASTRADORAS
El amor sádico de padres a hijos se basa en una condición: “es por tu bien”. Parte de la afirmación: “te amo mientras no te rebeles contra mi dominio”. Eric Fromm.
El hecho de ser nosotros mismos o de intentar serlo puede producir como efecto el destierro y rechazo por parte de la familia asfixiante castradora.
Mensajes como: Tú no sirves para eso. No puedes hacerlo; Déjalo mientras puedas; Eso es demasiado complicado para ti; Con nadie estarás mejor que con nosotros; Haz lo que te digo. Te vas a equivocar.
Se convierten en: No valgo lo suficiente. No sirvo. No tengo valor…

  • FAMILIAS CONFUNDIDAS
Roles confusos, vínculos ambivalentes, padres que quieren ser amigos de sus hijos, padres que ejercen de profesores pero que dimiten de su papel de padres, por incómodo. Hijos que dictan a sus padres qué y cómo deben vestir, o hacer o decidir o dónde ir de vacaciones. Padres que obedecen e hijos que mandan. Cambio de papeles, y papeles perdidos.

  • FAMILIAS REVUELTAS
Su máxima felicidad es hacerlo todo juntos. Todo está mezclado y revuelto. El proceso de hacerse personas diferentes –individuación- es casi imposible. “¿Dónde va Vicente? Donde va la gente.” Es una expresión que refleja el gregarismo de esta familia. Todo tipo de acto, celebración o fiesta es de asistencia obligada. Aparentemente sus miembros parecen muy unidos pero esto no significa que entre ellos no haya peleas, discusiones, temas pendientes, y deudas emocionales.
Demasiado mezclados. Están tan apegados unos a otros que no sabrían cómo llenar su tiempo o vivir bien sin los demás. No hay proyectos individuales. Se trata de una forma de organización que ha olvidado para qué se ha creado –favorecer el crecimiento y autonomía de las personas que lo forman-. Se vive en familia por el simple hecho de vivir en familia. Éste es el único objetivo.


  • FAMILIAS ESQUIZOGÉNICAS
Un aburrido es alguien que te priva de la soledad sin ofrecerte compañía. Según Eric Fromm, este tipo de familia no es particularmente malvada pero en ella reina un aburrimiento absoluto, un vacío absoluto y no existe una verdadera relación. Es la soledad emocional. Y es la más dura. Lobo Antunes explica sobre su familia: “En mi familia no somos especialmente divertidos ni habladores, una implacable discreción cubre el afecto, no se hacen preguntas personales, no se comenta la vida de nadie”.
La carencia emocional crónica provoca “hambre de afecto” que debe satisfacerse de algún modo. Y si en la familia no es posible, uno deberá buscar los estímulos y el cariño fuera de ella.

  • FAMILIAS NEURÓTICAS
Una rueda de consumo, influidos, empujados a tener, a seguir el modelo, a correr, a angustiarse, a preocuparse, a competir, a comparar, a adquirir, a poseer, a ahogar y a enfermar.
Con lo bien que se está en casa… ¿Para qué vamos a salir?”. La casa es el útero, la cueva donde el grupo se resguarda. El mundo de fuera es peligroso o sólo un medio para la subsistencia del grupo. Se hace de la vivienda un bastión. El grupo familiar se junta y se apiña. La endogamia la empobrece y neurotiza.

  • FAMILIAS OBLIGADAS
 A menudo el grupo familiar presiona cuando un adulto llega a determinada edad para que éste forma una familia propia, inicie una convivencia de pareja y tenga hijos. Como si el tren se estuviera escapando y ya no hubiese ninguna otra posibilidad. La familia de origen es obligada porque no se ha elegido. ¿Obligados también a formar una familia aunque se elija cuál?
Dicho así suena un absurdo y, no obstante, es la experiencia de muchas personas que así lo viven. “Se sale del fuego y se cae en las brasas”, dice el refrán.

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