viernes, 4 de noviembre de 2011

El rol del sexo dentro de la relación de pareja

¿Cuán importante es la vida sexual para la relación de pareja? ¿El “buen sexo” contribuye a la satisfacción con la relación, precave de la separación? ¿El “mal sexo” o la ausencia de sexo ocasionan consecuencias negativas, influye en la posibilidad de divorcio? 

Gracias al significativo avance de la sexología y de la medicina sexual en los últimos años, hoy en día se pueden mencionar ciertas tendencias en las que coinciden las encuestas, los estudios y las investigaciones: 
  • La inmensa mayoría de la población sostiene que el sexo es un aspecto muy importante en sus vidas, especialmente entre los que están casados
  • La inmensa mayoría de los hombres y de las mujeres casados o que bien en pareja sostienen que les importa mucho tener una vida sexual satisfactoria
  • La inmensa mayoría de las personas sostienen que una vida sexual placentera aumenta su calidad de vida
  • La inmensa mayoría de las personas sostienen que una vida sexual insatisfactoria puede acarrear numerosos problemas tales como depresión y, especialmente, llevar al rompimiento de la relación de pareja
  • La inmensa mayoría de las investigaciones transversales concluyen que el bienestar sexual subjetivo se correlaciona positivamente con el nivel general de felicidad, tanto en hombres como en mujeres; y que, por el contrario, las disfunciones sexuales están altamente asociadas a experiencias negativas en la relación de pareja y en el bienestar general, así como con problemas de salud física y emocional
  • Existen evidencias de una estrecha relación entre disfunciones sexuales y estados depresivos, los que se influyen mutuamente
  • La inmensa mayoría de los estudios transversales y longitudinales han comprobado repetidamente que, quienes viven en pareja, tienen mejor salud, viven más años, se sienten más en paz y están más satisfechos con sus vidas que quienes no lo hacen
  • La inmensa mayoría de la población vive en pareja o desearía vivir en pareja

    La medicina sexual plantea que la sexualidad forma parte de nuestra salud integral y que una vida sexual satisfactoria conlleva significativos beneficios para nuestro bienestar físico y emocional, incrementando la satisfacción con la vida en general, actuando como un antídoto relativo contra síntomas mentales y estabilizando el humor.

    Evidencias empíricas coinciden en que bienestar sexual y satisfacción subjetiva con la pareja van de la mano para ambos sexos. Por ejemplo, incluso matrimonios con hijos chicos, finanzas inestables y horarios extenuantes, afirman que tienen una unión muy fuerte, lo cual atribuyen parcialmente a su placentera vida sexual. Aquellos que se declaran complacidos tanto con su matrimonio como con su vida sexual señalan que sus relaciones sexuales son frecuentes, que no desean tener sexo con otras personas, que no suelen rehusar sexualmente a su pareja y que, si ésta les rechaza, son tolerantes y comprensivos. En matrimonios “sanos” de larga data, ambos ven al sexo como una manifestación de sensualidad, pasión, ternura, afecto, amor y juego. Lo satisfacen dentro de la relación y no lo emplean para manipular ni para solucionar conflictos.

    En cambio, la insatisfacción sexual afecta negativamente la percepción del otro y de la relación como un todo. La falta de sexo por periodos largos se ha correlacionado con disminución de la satisfacción personal y mutua, con desánimo y apatía en la comunicación, con rutina, aburrimiento, inercia y desinterés. En la mayoría de las parejas sexualmente insatisfechas, la vida se vuelve complicada y los problemas sexuales repercuten en otros planos, manifestándose en descomunicación, reproches y malestar emocional, entre otras. Por otra parte, la satisfacción sexual ayuda a mantener la ilusión, gatilla el mecanismo de acercamiento, de disfrute, crecimiento y erotismo; en otras palabras, es un importante factor motivacional y lúdico que contribuye a tener ganas de resolver dificultades que se tengan en otras áreas, aclarando que no se debe caer en creer que los problemas de convivencia puedan solucionarse a través del sexo o que la mayoría de las desaveniencias se deban al sexo.

    Pero, en las correlaciones mencionadas anteriormente ¿qué es primero, el huevo o la gallina?; ¿un vínculo positivo de pareja incrementa la satisfacción sexual o es al contrario?. Los datos apuntan a que si la persona está descontenta con su matrimonio, difícilmente se sentirá complacida con su vida sexual; similarmente, si está frustrada con algún aspecto importante de su vida sexual (frecuencia, grado de sensualidad, higiene, etc.), lo más probable es que no perciba que su relación de pareja sea adecuada. 

    En consecuencia, la sexualidad y la relación de pareja guardan una estrecha relación; dificultosamente podrá subsistir en el tiempo una de estas satisfacciones si no está presente también la otra. Los problemas sexuales influyen en la relación de pareja, de la misma forma que los conflictos en la relación de pareja influyen en la relación sexual.

    El bienestar sexual juega un rol significativo en el ajuste diádico. Existe una elevada correlación entre estabilidad marital, por un lado, y satisfacción sexual, sentimientos de amor y expresión emocional, por otro lado. Se ha concluido que, para que un matrimonio funcione relativamente bien, tiene que haber un mínimo de gratificación sexual; y que la sensación de confianza que se genera con la vida sexual incrementaría, a su vez, el éxito matrimonial. Según estudios transversales de matrimonios “felices y duraderos” (más de 25 años casados), el 90% sostiene que la sensación de cercanía es un aspecto imprescindible en la satisfacción marital y que, entre los factores que determinan dicha cercanía, una vida sexual satisfactoria es esencial en general, puesto que es necesaria para generar la sensación de estar en compañía, de compartir y de compañerismo.

    Ahora bien, ¿cuán importante es el bienestar sexual respecto de otras variables? En una encuesta reciente se encontró que, para el 57% de los participantes, el sexo ocupaba un lugar preferencial en sus vidas en general y el porcentaje sube al 80% respecto a la relevancia que le asignan dentro de su vida de pareja (para el 39% representaba casi la mitad de toda la relación y solo un 4% lo relega al último plano, otorgándole un 20% de importancia). Similarmente, al comparársela con otro factores, mientras que la satisfacción sexual explicaría aprox. el 60% de la varianza en satisfacción marital, el temperamento explicaría aprox. el 20% y la personalidad aprox. el 10% (concretamente las dimensiones de Neuroticismo y Extraversión). Además, las dimensiones positivas del temperamento y personalidad están mediatizadas por lo sexual, es decir, inciden en la satisfacción marital siempre y cuando exista un bienestar sexual (no obstante, aunque los rasgos individuales sean menos significativo, la actividad sexual está influida por la personalidad). Otros hallazgos apuntan a que la significación que la pareja le asigna a su vida sexual no disminuye con los años de convivencia, sino que permanece constante y que el sexo tendría el potencial de evolucionar a algo inclusive más satisfactorio con el paso del tiempo.

    ¿Existen diferencias por género?. Cada persona y cada pareja vive su propia sexualidad de modo diferente, sin que existan normas ni recetas para vivirla y puede tener, para cada miembro, tanto un valor como un significado distinto: para algunos es básicamente un placer físico, mientras que para otras es un componente emocional de la unión con el otro. Hasta hace relativamente poco tiempo atrás, la significación que los hombres le atribuían al sexo en la satisfacción marital era mayor que en las mujeres. Sin embargo, en los últimos años se ha produjo un vuelco, siendo para ellas más prioritario (70%) que para ellos (56%). La nueva generación de féminas afirman que necesitan una vida sexual activa para sentirse bien, que influye en su autoestima y en su satisfacción personal; y que, por el contrario, sin placer sexual se sienten necesitadas, nerviosas y frustradas.

    ¿Tiene importancia la frecuencia de las relaciones sexuales? La mayoría de los estudios concluyen que éste es un factor decisivo en el ajuste marital, mientras que a medida que sean menos asiduas, mayor será la probabilidad de inestabilidad - independiente de la variable de acuerdo en la frecuencia - sobretodo para los varones, quienes se reportaban más contentos con su matrimonio cuando existía una mayor actividad sexual. En cambio, en las mujeres, una sexualidad plena estaba antes más ligada al afecto positivo hacia el cónyuge, al bienestar emocional y al placer, más que a la cantidad de las relaciones. Empero, recientemente se ha encontrado que la frecuencia está siendo especialmente significativa en la satisfacción subjetiva de ellas con su pareja, sosteniendo que, entre más frecuentes y placenteras, más quieren hacerlo. El placer al hacer el amor, alimenta el deseo en sí. 

    ¿Por qué es tan importante la satisfacción sexual? Entre las hipótesis posibles se puede recurrir a la teoría triangular del amor, la que postula que la pasión sexual y la intimidad son dos de los tres pilares fundamentales de toda relación de pareja y, para otros autores, las manifestaciones sexuales formarían parte de la intimidad y su práctica la potenciaría aún más. Los datos indican repetidamente que la intimidad (junto a la empatía) ocupa el primer lugar entre los objetivos que se buscan en el matrimonio y dicha intimidad se asocia tanto a la satisfacción sexual como a la marital. 

    Otra explicación se puede encontrar en las teorías neurobiológicas, las que destacan el papel del placer sexual en el refuerzo natural del vínculo en parejas con relaciones estables y persistentes. Concretamente postulan que, cada vez que la pareja experimenta un encuentro sexual satisfactorio, se libera tal cantidad de oxitocina en el cerebro y en el cuerpo que incrementa la sensación de unión entre ellos, de pertenencia y seguridad. Por tanto, mientras más sexo satisfactorio tenga una pareja, más fuerte será el vínculo entre ellos, se sentirán más cercanos y apegados el uno al otro, sintiéndose más felices en su matrimonio.

    Entonces, cuando hablamos de sexualidad, no nos referimos únicamente al coito o al mero placer sexual. Somos seres sexuales cuando tocamos, besamos y abrazamos, pero también cuando nos reímos y nos divertimos juntos. La experiencia erótica implica mucho más que una simple interacción genital, implica expresión de emociones, vinculación afectiva, complicidad y una forma muy íntima de comunicación, donde podemos sentirnos tan en confianza como para atrevernos a mostrarnos vulnerables, pedir ayuda y expresar miedos sin sentirnos juzgados. El ser humano, como organismo altamente complejo y desarrollado, requiere de un nivel de satisfacción que abarque distintos componentes para poder alcanzar una sensación de armonía y plenitud. Es decir, una sexualidad positiva e integral supone una gratificación mucho más elevada y completa que la meramente biológica y, es en este sentido que, si se la realiza dentro del contexto de pareja afectivamente adecuado, nos permitirá satisfacer tanto las necesidades de orden físico como las psico-emocionales y las psicosociales. 

      En conclusión, existe consenso en que la sexualidad es un pilar fundamental en sí mismo de la relación de pareja, más allá de los sentimientos y de la comunicación. No obstante, como en muchas otras situaciones de la vida humana, no es ni tanto, ni tan poco y depende de muchos otros factores intervinientes. Lo que sí es que, en definitiva, el sexo es un vínculo que une poderosamente a la pareja y que representa una forma de estar de a dos que es cualitativamente muy diferente a como se puede estar con otras personas.     
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