jueves, 19 de julio de 2012

Piensas bien o piensas mal?

El Poder de las Afirmaciones

Seguramente has escuchado hablar de las afirmaciones y su poder en nuestra vida diaria. Pero ¿qué son las afirmaciones cómo es que funcionan?


A menos que tengamos una extensa práctica de meditación y hayamos logrado silenciar el diálogo interno que ocurre en nuestra mente, todo el día nos estamos diciendo algo, a veces positivo, aunque la mayor parte del tiempo, negativo.


Defensores del poder de las afirmaciones como Louise L. Hay y Burt Goldman señalan que repetirnos frases sin darnos cuenta afecta nuestra vida en la medida en que “nos digamos” algo positivo o negativo.


Muchas de estas cadenas de afirmaciones que nos decimos repetidamente son creencias o deseos arraigados por años, pero sobre todo automáticos, a los cuales no les prestamos atención consciente, pero que influyen de manera sutil en nuestra forma de pensar y comportarnos.


De esta forma estaríamos atrayendo a nuestro entorno lo que nos repetimos sin cesar.
 

Entonces, ¿por qué no hacer de ello algo positivo y que impacte nuestra vida para bien?


Para usar afirmaciones en tu vida lo primero es construirlas de manera que ayuden a cambiar los patrones negativos y a instalar nuevas formas de pensar más positivas y adecuadas.En ese sentido, las emociones son la mejor guía para saber si lo estás haciendo bien.


Cuando una frase, ya sea negativa o positiva, resuena en tu interior y sabes que es cierta, te darás cuenta que es una creencia que tienes arraigada.
Por ejemplo, si la frase “Nadie es digno de confianza” te da una sensación de seguridad, de estar en lo correcto, quiere decir que tienes esa idea arraigada, a pesar de que la frase no sea verdad o no la hayas comprobado como cierta.
Igualmente si una frase positiva como “La vida me sonríe siempre” te hace sentir rar@, como que te estás diciendo una mentira, quiere decir que en el fondo no lo crees realmente.


La clave para comenzar a trabajar con afirmaciones que te ayuden a progresar es diseñar frases que al principio resuenen contigo aunque sea sólo un poco, ayudando a cambiar las creencias más arraigadas.


Por ejemplo, si tú crees que nunca llegará el amor a tu vida, y esa es tu idea arraigada, puedes comenzar a cambiar ese patrón de pensamiento con una frase sencilla que puedas aceptar, que resuene en tu interior y poco a poco cambie tu emoción de negativa a positiva, como por ejemplo “El amor existe”.


Con el tiempo podrías incorporar frases más profundas a medida que las aceptes, como “merezco amor” o “hay alguien para mi en el mundo”.


Las afirmaciones deben retar a tus opiniones negativas y cambiarlas, llevándote a un proceso de autoexamen en el que tomes conciencia de lo profundas que son tus ideas negativas y opiniones personales.


Para ello deberás diseñar tus frases con dos reglas básicas:
 
1.- Deben ser afirmaciones positivas, en tiempo presente y que seas capaz de creer.
 

2.- Deberán producir en ti una respuesta emocional positiva, por pequeña que esta sea.


Escribe tus afirmaciones en papel y repítelas varias veces al día, donde estés. Cuando puedas hazlo en voz alta, cuando no, piénsalas e imagínalas con intensidad. Si es posible, dilas frente a un espejo.


Para apoyar este trabajo, que al principio puede ser difícil, puedes conseguir aquí algunos audios subliminales que refuercen a nivel inconsciente una forma de pensar más positiva, y que te ayuden a cambiar lo que no te conviene por todo lo bueno que mereces.


Fuente