Se
dice que el hombre es un animal de costumbres. Se dice bien.
Los hábitos emocionales son el factor más importante
en las vidas de las personas que tienen éxito y de las
que siempre fracasan. Son la influencia psicológica más
importante en la felicidad, la depresión, la angustia,
la ansiedad,
la impulsividad, la baja o buena
autoestima y la seguridad
en uno mismo.
Además, marcan la diferencia entre quienes están protegidos de las adicciones y quienes caen en ellas, quienes viven atrapados por pensamientos, emociones y conductas destructivas y quienes las superan con efectividad. Son la diferencia entre quienes construyen relaciones plenas de pareja, de familia, de trabajo y quienes las destruyen. Los buenos hábitos emocionales son la marca principal de las personas que educan hijos felices y seguros.
Piénsalo un poco. Tus hábitos han marcado tu vida en el pasado y la marcarán en el futuro. Si durante mucho tiempo tu mente y tu cuerpo se acostumbran a funcionar generando actitudes útiles y positivas toda tu vida se mueve hacia la satisfacción y el bienestar. Y cuando hay problemas, crisis económica, épocas difíciles, esos hábitos tan arraigados ayudan a encontrar fuerza, seguridad y resultados positivos.
Inclusive los buenos hábitos ayudan a tener mejores contactos de trabajo y negocios, porque las personas que pueden abrir oportunidades y ayudar a quienes tienen problemas, ofrecen su ayuda a aquellos amigos o conocidos con quienes se sienten bien, con quienes sienten una relación agradable y positiva y en quienes pueden confiar por ser personas seguras, positivas y capaces.
Además, marcan la diferencia entre quienes están protegidos de las adicciones y quienes caen en ellas, quienes viven atrapados por pensamientos, emociones y conductas destructivas y quienes las superan con efectividad. Son la diferencia entre quienes construyen relaciones plenas de pareja, de familia, de trabajo y quienes las destruyen. Los buenos hábitos emocionales son la marca principal de las personas que educan hijos felices y seguros.
Piénsalo un poco. Tus hábitos han marcado tu vida en el pasado y la marcarán en el futuro. Si durante mucho tiempo tu mente y tu cuerpo se acostumbran a funcionar generando actitudes útiles y positivas toda tu vida se mueve hacia la satisfacción y el bienestar. Y cuando hay problemas, crisis económica, épocas difíciles, esos hábitos tan arraigados ayudan a encontrar fuerza, seguridad y resultados positivos.
Inclusive los buenos hábitos ayudan a tener mejores contactos de trabajo y negocios, porque las personas que pueden abrir oportunidades y ayudar a quienes tienen problemas, ofrecen su ayuda a aquellos amigos o conocidos con quienes se sienten bien, con quienes sienten una relación agradable y positiva y en quienes pueden confiar por ser personas seguras, positivas y capaces.
Los
malos hábitos hacen lo contrario. Generan problemas,
destruyen relaciones, arruinan hasta las mejores oportunidades.
Y conforme más fuertes sean, más resistentes y
estorbosos son para traer bienestar a nuestra vida.
Así,
resulta muy inteligente observar nuestros hábitos y hacer
poco a poco los ajustes necesarios para hacerles más
útiles y satisfactorios. En especial hay que cuidar cultivar
buenos hábitos emocionales y de pensamiento. Cuidar hacer
crecer nuestra personalidad hacia actitudes más productivas,
positivas y armoniosas con los demás. Entre más
superemos y transformemos nuestra forma de ser, más se
transforma nuestro mundo y más alegre y plena es nuestra
vida y la de los nuestros.
La
grandeza de la vida de un ser humano viene de su interés
y su capacidad para crecer su mundo emocional, su mundo interior.
La llave está en aprender
a transformar tus hábitos emocionales.