jueves, 20 de octubre de 2011

En la gestación no hay que comer por dos

Uno de los clichés que rodean a la mujer embarazada es que debe comer por dos. La política seguida siempre por los ginecólogos ha sido la del "engorde libre" pero ahora están dando marcha atrás debido a que un excesivo aumento de peso de la madre repercute de forma negativa en la salud de su hijo.

"El problema del peso materno es doble", explica Antonio González, jefe del servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario de La Paz (Madrid). "En primer lugar porque puede provocar la aparición de preeclampsia (un trastorno hipertensivo), pero también porque aumenta el peso del feto e induce macrosomía".

No ocurre en todos los embarazos, pero lo normal es que la ganancia de peso de la mujer influya en el del niño. Durante la gestación esto no tiene por qué suponer problema alguno, pero un feto que pesa más de 4.000 ó 4.500 gramos puede tener serias complicaciones en el parto.
Con una población cada vez más obesa, los casos de niños de excesivo tamaño son cada vez más frecuentes. En un estudio de la Universidad de California (San Francisco, Estados Unidos) realizado con más de 20.000 mujeres, el 43,3% de las embarazadas engordó por encima de lo recomendado por las guías clínicas del Instituto de Medicina. Además, cerca del 30% superó los 18 kilos, el límite superior establecido, sea cual sea el peso inicial de la mujer.

Niños demasiado grandes

Los niños nacidos de estas madres tenían tasas más altas de macrosomía y talla excesiva para la edad gestacional, puntuaciones bajas en el test de Apgar (que evalúa como responden tras el parto), ventilación mecánica, infecciones, admisión en cuidados intensivos, estrés respiratorio y estancia prolongada en el hospital.

Todos estos problemas son consecuencia del tamaño excesivo del feto que dificulta su paso a través del canal del parto y enlentece su expulsión. "Cuantas más horas dure el parto y, sobre todo, la fase expulsiva, más repercusiones tiene sobre la salud del niño", explica González.

La desproporción pélvico-cefálica, cuando la cabeza del feto es más grande que la pelvis de la madre, dificulta el paso del bebé. En consecuencia, lo más probable es que el parto se prolongue más de lo recomendado, con la dificultad añadida de que no existe un método fiable para determinar el peso del feto antes del alumbramiento por lo que los médicos se basan en suposiciones clínicas.
"La práctica habitual es que, cuando existe sospecha de macrosomía, observamos el desarrollo del parto de forma cuidadosa y si detectamos problemas en la fase expulsiva, hacemos una cesárea", señala González.

Fuente