La melancolía o estado melancólico es un trastorno cuyo tratamiento se equipara al que se aplica a los cuadros depresivos.
La melancolía no se considera como una entidad independiente en el Manual de los trastornos mentales (
DSM-IV),
sin embargo, desde un abordaje psicoanalítico, la melancolía se
constituye como un factor de gran importancia, considerándose como una
subcategoría de la psicosis. En la psicosis se tratan dos trastornos muy
conocidos, como son la
paranoia
y la esquizofrenia. La melancolía sería el tercero. En la melancolía
destaca la posición subjetiva en la que los objetos adquieren
características de totalidad. Otro de los rasgos característicos de la
melancolía reside en su alternancia con una postura maníaca, por lo que,
además de la depresión, también comparte ciertas semejanzas con el
trastorno bipolar.
La tristeza o depresión endógena no es un trastorno que se pueda
modificar a voluntad, a pesar de los esfuerzos que pueda haber por parte
del enfermo. Tampoco, como sugiere
Víctor Hugo con su cita: “
La melancolía es la felicidad de estar triste”, la melancolía es una enfermedad de la cual el enfermo se sienta orgulloso.
De hecho, se experimentan sentimientos de incapacidad para enfrentar
el futuro así como para llevar a cabo cualquier esfuerzo para modificar
el estado actual. La profunda desconexión con la realidad, la falta de
esperanza, e incluso la extrañeza frente al propio estado, hacen que el
individuo suela requerir ayuda para superar este estado.
¿Qué es la melancolía?
La melancolía es una forma diferenciada dentro de los
trastornos depresivos.
En los últimos años la psiquiatría, fundamentalmente la alemana,
prefiere utilizar el término melancolía cuando se refieren a una
depresión clínica, retomando de este modo el concepto hipocrático de la
melancolía como una enfermedad del ánimo.
En la melancolía se observan alteraciones del pensamiento, de las
emociones, así como motoras y vegetativas. Por lo común, suele
equipararse a un subtipo de la depresión mayor, abordándose un
tratamiento como si de una depresión grave se tratara. En la melancolía
deben considerarse de gran importancia los factores genéticos y
biológicos. En el segundo caso se obtiene una respuesta más positiva,
por lo general con el empleo de antidepresivos.
Síntomas de la melancolía
Entre los síntomas que podrían considerarse más característicos de un
estado melancólico se pueden destacar la pérdida de placer en la
práctica totalidad de actividades o la ausencia de respuesta en aquellos
estímulos que antaño resultaban placenteros: de hecho no mejora el
estado melancólico cuando sucede algo bueno, tan siquiera en el primer
momento.
La melancolía, aunque guarda relación con la tristeza, hay que
entenderla como una entidad independiente del estado de ánimo, ya que se
experimenta de forma distinta a otros tipos de tristeza.
En los estados melancólicos, uno de los peores momentos suele ser por
la mañana. Es habitual un despertar precoz, que puede adelantarse hasta
dos horas del horario habitual. Otros síntomas habituales son el
enlentecimiento o la agitación psicomotor, ausencia de apetito y pérdida
de peso o sentimientos de
culpa excesivos y fuera de lugar.