viernes, 23 de diciembre de 2011

Vírgenes y Casanovas

Cuando hablamos de conservar la virginidad, siempre pensamos en la mujer. Pero cuando hablamos de la promiscuidad parece carecer de importancia o gravedad si se trata de los hombres.

Por naturaleza el hombre es más inquieto, que un hombre sea virgen carece de importancia, tanto así que casi pareciese que es deshonroso para él (al contrario que la mujer) continuar virgen. Su primera experiencia sexual carece de la importancia que tiene para la mujer, porque el hombre cuantas más experiencias más varonil y hombre se sentirá. El hombre no se suele avergonzar por ello, sino todo lo contrario, suele enorgullecerse de sus numerosas experiencias sexuales, tanto que muchas veces tiene que inventarlas para impresionar más.

Durante la adolescencia, tanto hombres como mujeres forjamos una buena base de nuestra identidad. Nuestros impulsos sexuales nos ayudan a hacer conciencia de nuestro género, de cuan hombre o mujeres somos…

Los tiempos siempre cambian, pero los hombres muy poco. La mayoría sigue pensando en las mujeres como tierras a conquistar. No toman en cuenta que la mujer, casi siempre se enamora de verdad. Cuando una mujer se entrega en cuerpo lo hace también en todo, entregando todo su ser al hombre que le arropa con sus brazos. El hombre, por el contrario, antes de enamorarse piensa en qué decir o qué ofrecer, y aunque no lo cumpla lo importante para él es llevar a su nueva conquista a la cama.

El hombre suele tomar el sexo como una manera de divertirse. El hombre joven no reserva las relaciones sexuales para el matrimonio, así como el hombre maduro no reserva las relaciones sexuales para su compañera de vida o esposa. A la mujer le trata inadecuadamente, como un objeto sexual a la que explotar por placer, muchas veces tan libremente que ni piensa en lo que para ella está significando.

Lamentablemente este tipo de relaciones es común, los jóvenes que se inician así siguen con este mismo patrón por el resto de sus vidas porque nunca aprendieron a pensar en las consecuencias de tener relaciones con diferentes mujeres mientras presumen de “Casanova” o de ser “un don Juan”.
Pero hablemos de las consecuencias, ¿son sólo para las mujeres?

Como en todo acto bueno o malo, hay consecuencias… y muchas veces tanto consecuencias positivas como negativas. Bien es sabido que el llanto, el sufrimiento y el arrepentimiento no está reservado sólo a la mujer, y que por muy “machos” o conquistadores que se consideren, al final sólo les queda un vacío, muchas veces incluso hijos con diferentes mujeres de los que nunca supieron ocuparse, o enfermedades transmitidas sexualmente de los que aún no se conoce cura alguna.

A quienes hacen mal, tarde o temprano les llega el momento en el que sus acciones se vuelven en contra de ellos.

El hombre joven muchas veces hace llorar a las jóvenes mujeres, el hombre casado destruye su hogar por su promiscuidad, algo mejor conocido como “infidelidad” y “adulterio”.

La unión sexual es maravillosa, pero usarlo simplemente como algo para divertirse o hacer alarde de conquistas puede dejar consecuencias físicas y mentales que pueden desencadenar sufrimientos a lo largo de toda la vida. ¿Pero, sólo a la mujer? Se dice que las mujeres debemos cuidar y respetar nuestro cuerpo, ¿no debiera el hombre hacer lo mismo con su cuerpo?

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