martes, 13 de septiembre de 2011

La madurez emocional 2da. parte

En el primer artículo comentábamos en qué consiste la inmadurez emocional, cuál es el proceso que nos puede llevar a ella y los principales rasgos que presentan las personas inmaduras. Ahora trataremos de explicar cómo se puede ayudar a estas personas y qué medidas educativas podemos llevar a cabo para favorecer la madurez emocional de los niños y de los adolescentes.

Cómo ayudar a las personas inmaduras.

  • Facilitar el conocimiento personal, liberarles de temores y dudas. Que se olviden del “qué dirán”. Que ejerciten su voluntad en pequeñas cosas. Que acepten su realidad positiva para potenciarla y la negativa para mejorarla.
  • Que fomenten una sana autoestima personal. Que aprendan a ver lo positivo de los demás. Que olviden la heteroestima y que actúen cara a su conciencia y a Dios.
  • Fomentar el desarrollo de objetivos superiores y enseñarles a ser felices con las cosas buenas y sencillas de la vida.
  • Que procuren dominar sus afectos y sus estados de ánimo.
  • Desarrollar aficiones gratificantes y enseñarles a saber “perder el tiempo” con los demás. Así evitarán esa “avaricia” del tiempo y el estar continuamente realizando actividades productivas.
  • Aprender a relajarse. Es conveniente “ir despacio” por la vida para poder tranquilizarse por dentro.
  • Dedicar el tiempo oportuno a descansar. Dormir las horas suficientes. Hacer algo de ejercicio físico, pasear por el campo. El cansancio físico despeja la mente.

Cómo educar para favorecer la madurez afectiva

Procurar valorar y aceptar a las personas, a los hijos, a los alumnos tal como son. Deben sentirse queridos.


  • Procurar valorar y aceptar a las personas, a los hijos, a los alumnos tal como son. Deben sentirse queridos.
  • Facilitar el autoconocimiento y ayudar a cada persona a plantearse metas asequibles y constantes.
  • Potenciar el desarrollo de la fortaleza con acciones sencillas y constantes. Desde levantarse a la hora decidida hasta estudiar cada día, pasando por tener detalles con los demás o controlar el propio estado de ánimo. Hacer ver que lo que cuesta vale y que la mayor parte de las cosas cuestan esfuerzo, a pesar de que los medios de comunicación digan lo contrario.
  • Potenciar el valor de la templanza frente al consumismo imperante. No es necesario tener de todo. La felicidad no está en “tener” sino en “ser”. Puede ayudar a adquirir este valor puede el administrar las propinas, ahorrar, cuidar las cosas que uno tiene para que duren y no crearse necesidades.
En definitiva, podría decirse que los componente fundamentales para poder llegar a la madurez afectiva son:
  • Autoestima y autoaceptación.
  • Desarrollo de la fortaleza, de la templanza, del esfuerzo y de la propia voluntad.
  • El autoconocimiento.
  • La valoración y la solidaridad con los demás.
  • Conjugar la libertad y la responsabilidad.
  • Fijarse metas de desarrollo personal y acometerlas
Fuente: Ecojoven