viernes, 14 de diciembre de 2012

Siete formas de mantener tus propósitos

7 pasos para lograr tus p …Dejar de fumar, bajar de peso, hacer ejercicio, comer mejor, viajar, pasar más tiempo con los niños... Llega diciembre y empiezan las listas de propósitos para el 2013. Todos queremos que el cambio de vida dure más de tres meses, pero se necesita mucha fuerza de voluntad.

 Si en el fondo de tus motivaciones están la culpa, el miedo o la frustración, es probable que no llegues muy lejos. Pero hay un motor más poderoso para alimentar tu voluntad de manera sostenida: la gratitud.

Gratitud. Ser agradecido con la vida es una forma de fortalecer la voluntad. Por ejemplo, quien vive quejándose de lo que no tiene genera frustración, que es el extremo opuesto a la motivación. Si cada queja tuviera un valor en la escala de la fuerza de voluntad, ese sería -1. Quien agradece porque cada día es una nueva oportunidad para aprender y cambiar, (sea un buen o un mal día) tendrá una mejor disposición para convertir la experiencia en un cambio positivo. El valor de la gratitud en la escala de la fuerza de voluntad es +1. La gratitud suma. La frustración resta. 

Motivación en los demás. "Ayudar a quien más lo necesite", "Rescatarlos del olvido", "Salvar vidas". Los eslogans de las campañas de voluntariado ponen énfasis en quien recibe la ayuda y no en quien la da. Tal vez por eso no funcionan muy bien. Veámoslo de otra manera: uno piensa que está "rescatando" al otro, pero cuando la ayuda es genuina, es el otro el que nos rescata de la indiferencia, son los otros los que nos devuelven la sorpresa, son ellos los que nos hacen poner los pies sobre la tierra para vincularnos de otra manera con la vida. Ofrece tu ayuda genuinamente y recibirás más enseñanzas que cualquier curso de motivación personal.

Micro y macro. La gratitud es el combustible de la fuerza de voluntad, por eso hay que aprender a encontrarla en sus distintos estados. Solemos pensar que se da con la familia o en el trabajo, pero también se da en otros ámbitos. Ejemplos: la señora del lugar donde comes a diario hizo un platillo delicioso; alguien te cedió el paso en el metro; una película, una canción en el radio, un paisaje, un árbol o una hormiga te hicieron comprender algo.

Sigue la cadena. La gratitud es como un recurso renovable que genera reacciones en cadena. Mira a tu alrededor y encontrarás la ocasión de devolver un favor o una palabra de apoyo, así como otros lo hicieron contigo. Eso fortalecerá tus vínculos y mejorará tu disposición al cambio.

Toma distancia de las redes sociales. Así como hay videos y posts que resultan inspiradores, también hay otros que pueden hacerte sentir menos afortunado o incluso frustrado. Si esta sensación se vuelve recurrente, toma distancia, deja pasar unos días lejos de tu Facebook y enfócate en tu propio potencial. No se trata de competir con los demás sino de comprender que formamos parte de un complejo sistema de relaciones donde cada quien tiene un rol que cumplir. Reconocerlo es el punto de partida para retomar tus propósitos. 

 Desactiva la culpa. La cultura en la que vivimos nos enseñó a sentirnos culpables por ser afortunados: "¿cómo puedo ser agradecido por lo que tengo cuando otros no tienen nada qué comer?". Esta forma de pensar es una trampa. La culpa no beneficia a nadie sino que paraliza nuestra capacidad de entender al otro y sobre todo, de emprender acciones movidas por una voluntad genuina. Reconoce y agradece lo que tienes, después pon esos dones a funcionar. Estamos conectados, de manera que cada una de nuestras acciones tiene un impacto en el mundo. 

Practica. El motor de la voluntad se enciende a partir del reconocimiento. Pero estamos más acostumbrados a juzgar que a sentir gratitud. Si vas a ir al gimnasio, que tu motor no sea la culpa o los juicios (comí demasiado, estoy gorda, nadie me va a querer). La gratitud es un aliciente más duradero y profundo: agradezco la posibilidad de hacer ejercicio porque mejora mi salud, me hace valorar el poder de mi cuerpo y me permite disfrutar la vida. ¿Suena mejor?

 

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